Gaviota de tamaño medio, de hasta 50 cm, de porte esbelto, especialmente acentuado por el suave perfil de su frente. Su plumaje es gris plateado, fundiéndose gradualmente con el blanco de la cabeza y el vientre.
En las alas, destacan las primarias negras, moteadas de blanco en sus extremos y, con respeto a otras gaviotas, el hecho de que sus patas son oscuras y su pico de un llamativo color rojo coral con una banda negra en el extremo.
Su dieta principal son los peces que nadan en superficie, siendo cada vez más dependiente de las actividades pesqueras, ya que aprovecha los descartes de los arrastreros, que le facilitan la captura de alimento.
En la época de cría se agrupa en unas pocas colonias, mostrándose muy ruidosas. El éxito de la reproducción depende enormemente de las molestias y depredación que puedan sufrir, sobre todo por parte de la gaviota patiamarilla, que puede hacer que muchos reproductores abandonen la colonia. Es endémica del Mediterráneo, distribuyéndose por España, Grecia, Turquía y Líbano.
El 90% de la población mundial nidifica en España, utilizando principalmente las islas mediterráneas (Grosa, Chafarinas, Columbretes, Alborán y Baleares), así como el Delta del Ebro. En invierno, se reparte por todas las costas mediterráneas y algo del Atlántico por el litoral norteafricano.
Está incluida en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía con la categoría ‘en peligro de extinción en Andalucía’, aunque a nivel nacional se cataloga como vulnerable, y eso a pesar de que últimamente ha aumentado su población. El paulatino agotamiento de los caladeros hace temer por su futuro.
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