Esta historia de versos y amistad comienza en un bar de Mijas Pueblo, cuando el sol aún se escondía tímido entre las montañas de la sierra. Salvador Leiva Jaime era un hombre que no tenía estudios. Se ganaba la vida trabajando en el campo, primero, para después dedicarse a la carretera. El mijeño, con alma de poeta, fue chófer de la actriz Lilli Palmer hasta llegar a la que fue su última profesión: camionero. La jubilación le llegó con una pequeña finca en El Toril, de ahí que fuera apodado como Salvaorillo el del Toril, donde trabajaba la tierra en un pequeño huerto.
Aquella mañana, Abdón López, le propuso plasmar todos los poemas que Leiva guardaba en el impenetrable almacén de su memoria, ya que el mijeño no derramaba su arte con tinta en el papel. Así nació esa idea que próximamente saldrá a la luz con la publicación del poemario que reunirá los versos del vecino, fallecido el pasado martes 3 de mayo.
‘In memoriam’
Abdón, para rendirle homenaje al poeta que descubrió aquella mañana en un bar, también quiso dedicarle unos versos: “A don Salvador Leiva Jaime, Salvaorillo el del Toril, ‘in memorian’. De repente, Salvador se ha ido a su campo, al balcón de la luna clara. Se lo ha llevado cruelmente un rayo, lo acechaba desde la alborada. A las tres, la parca llamó a su puerta, ni le miró a su blanca cara. El Toril, triste, llora de pena, y a los cielos infinitos se marcha. Allí le espera su verde huerta, la alegría, siempre dulce. Sus manos soñaban, de labriegas, ciertas, recordaremos sus versos al alba. Con su camioncillo, soñaba en su Virgen de la Peña, en sus hijos y amigos, daba su vena poética al alba. Siempre al alba”, narró López.
“Este hombre”, concluyó el poeta, “tenía una sensibilidad poética fuera de lo corriente y lo más extraordinario es que escribe temas de los más sencillos: a labradores, a la Virgen de la Peña, a los niños, al maltrato…”.