El trabajo engrandece y, si no, que se lo pregunten a dos jóvenes laguneras que, tras su paso por la Renta Básica, han comprobado que, gracias al esfuerzo y la capacidad de sacrificio, es posible salir adelante a pesar de las circunstancias. Antes de comenzar a formar parte del programa de inserción sociolaboral, la situación en sus hogares era poco menos que desconsoladora.
“Vivo con mi madre, que está separada, y con una hermana menor de edad. Mi madre no tiene trabajo ni recibe ayuda alguna y mi padre no nos pasa dinero”, cuenta Jéssica, para la que, con tan solo 20 años, acceder a la Renta fue “toda una sorpresa”. Su salario era para ayudar en casa pero, además de sustentar la economía familiar, asegura que, ante todo, ganó en autoestima.
Afirma que la situación en su hogar cambió radicalmente. “Mi madre estaba amargada, con ansiedad y, al ver que entraba dinero, mejoró. Ella me decía que gastara algo en mí, pero yo le decía que ella me había dado la vida y tenía que ayudarla”, comenta.
Jéssica: “Mi madre me decía que gastara algo en mí, pero ella me dio la vida y tenía que ayudarla” "Fue una gran oportunidad, porque aprendí y adquirí mucha experiencia. Me tocó limpieza de edificios, lo cual me ayudó a quitarme la vergüenza y hacer ver a los demás que lo importante no es la edad, sino la experiencia y las ganas de trabajar”, asegura Jéssica. Al finalizar el contrato de seis meses con Mijas Servicios Complementarios, sus referencias fueron tan buenas que estuvo trabajando hasta hace poco en la limpieza de algunas viviendas particulares y edificios.
Ahora, además, retomará sus estudios para formarse como Auxiliar de Enfermería. De su paso por la Renta Básica, afirma haber sacado muchas cosas buenas, grandes amigos, infinidad de anécdotas, “como cuando Paco Trúncer nos puso una cucaracha de mentira en las oficinas de Fomento del Empleo” y, momentos entrañables, “como cuando concienciábamos a la gente sobre la importancia del reciclaje, sobre todo, a los más pequeños”.
En contacto con las plantas
El vivero municipal fue el principal destino de Sonia durante los seis meses que trabajó en la Renta Básica. No en vano, se formó en una escuela taller de floristería y viveros y la oportunidad de poder demostrar sus conocimientos supuso para ella salir de una depresión que la bloqueaba desde hacía meses.
De sus manos, han salido las macetas azules que decoran el casco histórico de Mijas Pueblo, algo de lo que se siente especialmente orgullosa. “La Renta Básica me ha servido no solo para mejorar mi situación económica, sino ante todo, mi autoestima”. Acostumbrada a tener dificultades con los estudios, el hecho de no encontrar trabajo en su profesión fue un duro varapalo para Sonia.
Sonia: “He desempeñado un trabajo que me gusta y es un orgullo saber que va a embellecer Mijas” Yo era una niña muy insegura y la Renta Básica me ayudó a dar el paso. Los jóvenes necesitamos que se nos dé una oportunidad para demostrar lo que somos capaces de hacer, sobre todo en estos tiempos tan difíciles”, afirma. Gracias a su paso por el programa municipal de empleo, a Sonia se le abren ahora más expectativas. Estudia para sacarse el carnet de conducir, ha retomado sus estudios de Bachillerato y, aunque ha trabajado cuidando mascotas durante un tiempo, no se rinde en su empeño de dedicarse a la jardinería.
Ambas, Jéssica y Sonia, también coinciden en que la Renta Básica les ha ayudado a madurar, ya que las ha enfrentado a situaciones muy duras. “Es penoso cuando una madre te dice que no tiene para darle de desayunar a su hijo”, comenta Sonia. Según la joven, el programa debería tener en cuenta en su proceso de selección a aquellas personas que tienen que hacer frente a una hipoteca y no llegan a fin de mes, que es precisamente el caso de su madre.
No obstante y de cara a futuras ediciones de la Renta Básica, las dos chicas esperan que “tengan suerte gente que de verdad lo necesite. No hay ningún trabajo indigno y más, si realmente te hace falta. Además, la Renta Básica te abre nuevas puertas”, concluyen.
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