En los últimos años, cada vez es más frecuente ver a mujeres jóvenes ataviadas de mantilla en las procesiones de Semana Santa. Algunas heredan estos accesorios de sus madres o abuelas, pertenecen a una cofradía y comparten la ilusión de acompañar a sus titulares en señal de devoción. 

 

Vestirse de mantilla está al alcance de cualquier mujer mayor de 18 años. “Como es día de luto, se debe ir en armonía, con vestido por debajo de la rodilla, hombros cubiertos, no mucho escote. Debe ser una indumentaria bastante sencilla, medias finas sin ningún decorado, zapato negro”, explica una de las propietarias y estilista de Mijas Natural, Mari Ángeles Márquez. 

 

Esperanza Porras, mijeña y hermana del Santo Entierro, fue la modelo elegida para explicar cómo debe ser, según el protocolo cofrade, el aspecto de una mujer de mantilla. “Para mí es un orgullo participar con mi hermandad en una cosa que representa al pueblo. Es mi primera vez y tengo una ilusión muy grande”, aseguró.  Para la ocasión y como complementos, explicó Raquel Ortiz, estilista de Mijas Natural, “Esperanza lleva guantes negros, alfileres también negros para sujetar la mantilla, el broche que va justo detrás, un rosario en la mano, pendientes sobrios y, normalmente, se lleva también la medalla de la cofradía”. 

 

En cuanto al peinado, siguió Mari Ángeles Márquez, “el cabello debe estar apartado de la cara; tiene que ser cómodo y firme para que la peineta quede de forma vertical a su columna”. El maquillaje, apuntó Raquel, “tiene que ser igualmente sobrio, sin colores fuertes, que vaya guapa pero sin llamar mucho la atención”.  

 

En Mijas Natural, como ven, son expertas en el arte de vestir a una mujer de mantilla de principio a fin.

 

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