Cuántas personas hay que durante un periodo largo de tiempo se dedican a cuidar de un ser querido enfermo. Muchas veces estas personas, sin darse cuenta, van dejando a un lado su propia vida y centran todo su esfuerzo, tiempo, y atención en las tareas de cuidador. Sobre todo se encuentran en estos casos mujeres y amas de casa, o mujeres que además de trabajar fuera, hacen de cuidadoras. Poco a poco, van cambiando las relaciones familiares, el trabajo, la situación económica, la salud, el ánimo, el ocio. Ellas se van quedando sin vida.

Esta tarea que, en principio, a todos nos parece normal y frecuente, entraña un riesgo. Por un lado, el agotamiento que se puede vivir mientras dure el proceso. Por otro lado, tras un largo tiempo de cuidados, si ese familiar fallece, el cuidador se puede sentir triste y abatido. Una tristeza que al menos viene por tres frentes. Por un lado, está la pérdida de un ser querido y el duelo que eso conlleva. Por otro lado, está la tristeza que adviene al quedarse libre mucha energía, una energía que estaba toda puesta en los cuidados y ahora tiene que buscar un nuevo sitio dónde depositarse. Y, por último, poner todo el interés vital en el cuidado de un enfermo, hace que uno se olvide de sí mismo, por eso al dejar de desempeñar las tareas de cuidador, esa persona se encuentra que tiene mucho tiempo libre y una vida, la propia de la que hacerse cargo.

¿Es recomendable renunciar a la propia vida para cuidar a alguien? Cuidar a un familiar enfermo se puede organizar de manera que el cuidador no tenga que renunciar a su propia vida. Cuidar a un ser querido puede resultar muy satisfactorio, pero además es importantísimo seguir cuidándose a uno mismo.

Este hecho de sentir una tristeza extra, también le ocurre a muchos opositores, o tras un largo periodo de exámenes. ¿Cómo alguien que aprueba una oposición, a pesar del logro, se puede sentir triste? Por el hecho de que una energía que estaba toda puesta en el logro de una meta, ahora está libre y disponible. Es decir, que muchas veces, cuando estamos entregados a algo, corremos el riesgo de que cuando finalice ese proyecto nos sintamos vacíos y caigamos en una depresión. Es recomendable que, cuando alguien finaliza un proyecto, emprenda rápidamente otro proyecto nuevo.

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