Recurriendo al diccionario, encontramos que el perfeccionismo es la “tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”, es decir, la incapacidad de poner un límite, un fin; también la incapacidad de entender un trabajo como un paso intermedio y necesario -como un trámite-, para hacer mejor el siguiente y así poder avanzar. Iremos viendo, que es una característica que no solo afecta al trabajo.
Como todo en esta vida, en la moderación está la virtud. Buscar la perfección es una actitud positiva porque puede ser un motor de movimiento. Pero en exceso el perfeccionismo puede destruir relaciones, ¿por qué?, por un lado por darle prioridad a alcanzar distintos objetivos -por ejemplo laborales- sacrificando así actividades sociales y familiares; por otro lado porque nuestras expectativas hacia el otro no van cumpliendo nuestro alto nivel de exigencia, y bien nos decepcionamos, o hacen que hostiguemos al otro. En exceso el perfeccionismo también puede provocar la pérdida del trabajo, el abandono de estudios o fracaso en los exámenes, generalmente escudándose en las frases “no puedo empezar hasta que no sepa la manera correcta de hacerlo”, “no puedo entregarlo porque no está perfecto”. Así, el perfeccionismo puede causar baja productividad y abandono.
Hay que considerar que el perfeccionista nunca hará nada perfecto porque no hay relaciones, ni aficiones, ni trabajos ideales. Lo que hay que tener en cuenta es que cada persona tiene su propio deseo, su estilo y su propio proceso de crecimiento. ¿Qué sería entonces perfecto? Para cada uno es una cosa distinta.
Por otro lado, cada perfeccionista lo será por una razón distinta, y habrá que escuchar en cada caso particular de qué se trata. ¿Qué se esconde detrás de una persona perfeccionista? Esta actitud puede nacer como excusa para encubrir el miedo, para evitar poner en marcha algo que no sabemos si va a funcionar, es decir, un miedo al fracaso y a la incertidumbre. Una persona perfeccionista puede ser el resultado de ideas equivocadas del tipo: “si dejamos de buscar la perfección, automáticamente caemos en la desidia y la irresponsabilidad” o “el perfeccionista logra todo lo que desea”. La actitud perfeccionista también puede ser fruto de otros factores como la mentalidad de “todo o nada”; el tener expectativas irreales; el temor a ser rechazados; ser muy autocríticos y negativos; preocupación por el qué dirán. También pueden esconder algo más complejo, como el cumplimiento a modo de sentencia, de una frase que pudo pronunciar mamá, papá, un profesor, o cualquier ser querido. Por ejemplo, un perfeccionista puede estar atrapado en la frase “hasta que no lo hagas perfecto no te mueves”, que le dijeron años atrás. Sin duda todos estos aspectos merecen tratamiento, para que cada uno pueda llevar una vida más amable.
Distinguir la normalidad de la patología, está en el rasgo de aceptar la imperfección, y tolerar que hay un margen entre lo que uno ambiciona y lo que uno puede materializar. Las cosas nunca pueden salir perfectas porque hay coyunturas. Tampoco se trata de acostumbrarse a la imperfección, sino esperar el efecto fruto del trabajo, y la madurez personal a lo largo del tiempo.
Comparte esta noticia desde el siguiente enlace: https://mijascom.com/?a=1910