Todos nos preocupamos en mayor o menor medida por nuestra apariencia física. Esta preocupación repercute directamente sobre la salud.
La insatisfacción con nuestro cuerpo puede llevarnos a una autovaloración negativa y esta valoración genera frecuentemente un bajo nivel de autoestima, una imagen corporal negativa, dificultades para las interacciones sociales, problemas en las relaciones sexuales, depresión y desórdenes o trastornos de la alimentación. Entendiendo todo esto, no os extrañareis si os digo que los problemas ‘estéticos’ requieren un abordaje desde los puntos de vista estético, físico y psíquico.
La fisioterapia estética es una de las disciplinas que participará en este abordaje multidisciplinar de las afecciones relacionadas con la apariencia física. Para ello, el fisioterapeuta tendrá conocimientos de medicina estética, cirugía plástica y estética, cosmetología y farmacología, psicología, biología …
La fisioterapia estética trata afecciones dermatológicas como acné, dermatitis seborreicas, cicatrices, quemaduras, hematomas; afecciones vasculares como ‘celulitis’, edemas, arañas vasculares, varices, piernas cansadas, rosáceas; estados hormonales como los síndromes premenstrual y menstrual, embarazo, postparto y otras afecciones como envejecimiento, flacidez cutánea y muscular, arrugas, sobrepeso, grasa localizada, adherencias, estrías…
La fisioterapia plástica y reparadora trata traumatismos y lesiones, cirugías de la mano, cráneo mandibulares, abdominales y torácicas, amputaciones, cirugía tras tumores y sus secuelas (reconstrucciones), cirugía estética (liposucciones, abdominoplastias, mamoplastias, lifting, injertos…).
Los instrumentos utilizados para estos tratamientos van desde nuestras manos (masajes, drenaje linfático manual y otras técnicas manuales), los clásicos aparatos (electroterapia, ultrasonidos, presoterapia) y los cosméticos, hasta la aparatología más vanguardista como el láser, cavitación o radiofrecuencia.
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