Los alumnos de los talleres de taichí para mayores de la Universidad Popular (UP) de Mijas han dado la bienvenida a la Navidad de una manera especial. El grupo se reunió en el Centro de Participación Activa de Las Lagunas para disfrutar de un desayuno navideño, que incluyó un popurrí de villancicos, intercambio de regalos y una mesa decorativa con fotografías de la infancia de los participantes.
La profesora del taller de taichí de la UP, Rosa Martín, destacó los múltiples beneficios de esta práctica para los mayores: “El taichí es una disciplina holística que trabaja la parte anímica, mental y física. De hecho, cuando vienen a clase se olvidan de los carritos y las muletas y a nivel anímico les cambia la energía y el chip”, expresó Martín.
La concejala de la Universidad Popular, Melisa Ceballos (PP), también estuvo presente en este encuentro navideño y aprovechó para resaltar la relevancia de estas actividades. “Este taller les da agilidad y actividad diaria, evitando que se queden en casa. Además, fomenta las relaciones entre ellos porque, como veis, esto es una gran familia. Se animan mutuamente, se apoyan y aquí se forjan amistades. Es una maravilla que algo así saque de la rutina a las personas mayores”, apuntó Ceballos.
Para los alumnos, el taichí no solo es una actividad física, sino una experiencia que transforma su día a día. Antonio Herrera, uno de los participantes, destacó los cambios positivos que ha experimentado. “Estoy que parezco un niño de 17 años. Me siento más joven, me muevo mejor y eso se lo debo al taichí, que me viene fenomenal con los ejercicios que hacemos”, expresó con entusiasmo.
Herrera también subrayó la importancia del compañerismo en el taller: “Disfrutamos mucho de las clases, pero lo mejor es la armonía que tenemos entre todos. Nos reímos antes y después de las clases y eso es lo que realmente nos hace falta a esta edad”, añadió.
Por su parte, Pepi Alegar, otra alumna del taller, compartió cómo esta actividad se ha convertido en una prioridad en su rutina. “Cualquier otra cosa la dejo, pero esto no. No me cuesta trabajo levantarme porque sé que voy a pasar un rato estupendo con mis compañeras”, aseguró.
El desayuno navideño fue un reflejo de la alegría y el espíritu de comunidad que caracteriza a este grupo. Risas, cariño y armonía se convirtieron en los ingredientes principales de una jornada que demostró que el taichí no solo mejora el cuerpo, sino también el alma.
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