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Jueves 16/05/2024

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No nos engañemos

La venta callejera de productos falsificados ya es un problema de entidad suficiente como para aplaudir la nueva ley de seguridad ciudadana que está preparando el Gobierno, de la mano del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

La venta callejera de productos falsificados ya es un problema de entidad suficiente como para aplaudir la nueva ley de seguridad ciudadana que está preparando el Gobierno, de la mano del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

Ya en 1996, la Confederación Española de Organizaciones del Comercio Ambulante (CEOCA) alertaba de la presencia en nuestro país de 40.000 personas ejerciendo la venta ambulante.

Hoy se habla de cifras entre tres cuartos y el millón de personas que ejercen alguna clase de actividad relacionada con la venta ilegal de productos falsificados, una creciente actividad que deteriora en la misma proporción al comercio tradicional y a la industria, al tiempo que supone un fraude fiscal (al no ser declarados los ingresos), a la Seguridad Social (al no dar de alta a los ‘trabajadores’ aunque sí asumimos que deban ser atendidos en los consultorios), y alcanza por el contrario el grado de esclavitud, al estar basada la actividad en la explotación de seres humanos carentes de las más mínimas garantías.

Solo en Cataluña, el top manta mueve cien millones de euros al año. La edición de 40.000 dípticos para concienciar a la población de los efectos perversos que conlleva la compra de productos falsificados no parece ser suficiente. Los manteros se resisten cada vez más a la multa y al decomiso: 14 agentes heridos en recientes peleas de grandes dimensiones que ahuyentan la vida pacífica, hace disminuir el número de visitantes y con ello la riqueza de un comercio lícito y sosegado.

De todo eso podemos no solo sonsacar conclusiones, sino vernos en el mismo espejo. En Mijas, hemos asistido recientemente a redadas y a alguna que otra lesión causada a miembros de la Policía Local.

Los ciudadanos creen que comprando, eludiendo el pronunciamiento o manifestándose contra el decomiso, están ayudando a quienes realmente son los más débiles de esa cadena de organizaciones mafiosas, solo ayudan a millonarios en la sombra.

Es un hecho comprobado, la venta ilegal arruina a industria y comercio, no nos engañemos, detenerla sí está en nuestra mano.

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