Fue el 19 de mayo de 1982 cuando el Bar González, ubicado junto a la parada de autobús, en pleno corazón de Mijas Pueblo, abrió por primera vez sus puertas. Contemplando las fotografías de aquella inauguración que cuelgan de las paredes de este conocido establecimiento nadie diría que desde entonces han pasado nada menos que 30 años, pues sigue prácticamente igual.
De hecho, José Luis González, quien regenta actualmente este negocio, comenzó a trabajar en el local con tan solo 13 años, ayudando a su tío y su hermano, y hoy, a sus 43, se siente satisfecho de haber pasado toda una vida sirviendo desde la barra de este bar. De hecho, confiesa tener “la misma ilusión del primer día”.
Dos billetes de cien pesetas son para José Luis su tesoro. Fue la primera ganancia del barEmocionado por una fecha tan significativa, José Luis nos muestra orgulloso uno de sus más preciados tesoros: conserva los dos primeros billetes de cien de las antiguas pesetas que entraron en el local con los que dos clientas pagaron sus refrescos de 30 pesetas cada uno. Para él es una manera de no olvidar sus inicios. También nos enseña el pan que un panadero le ha regalado con motivo del aniversario de su negocio y multitud de fotografías que plasman diversos acontecimientos que se han vivido entre sus paredes.
Este hostelero solo tiene palabras de agradecimiento para sus familiares y vecinos por “tener la suerte y la oportunidad de disfrutar de mi trabajo y seguir luchando”.
Empezó cobrando 20.000 pesetas al mes (120 euros), 14 años después alquiló a su tío Juan su parte del negocio y, cuatro años más tarde, llegó a ser gerente, aunque ha querido conservar la esencia del Bar González, o el ‘bar del deporte’, como lo llamaban algunos, algo que parece haber conseguido, pues cuenta con una clientela fiel que se siente allí “como en familia” y que, además de alabar sus tapas variadas (“las mismas de hace 30 años”, afirman) y el buen trato dispensado, destacan sus precios asequibles aunque claro, como cuenta el propio José Luis, distan de los de 1982 cuando “un café valía 5 duros, un refresco 6 duros y las raciones costaban 250 pesetas”.
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