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Viernes 22/11/2024
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¿Debemos supervisar el móvil de los hijos sin su permiso?

  • "Es importante pactar las normas por escrito, porque las palabras se las lleva el viento”

Controlar, negociar, interesarse... Eso sí, pero espiar el móvil de los niños sin su permiso y violando su intimidad... ¡Eso no!

Controlar pero no vigilar. Estar pendiente, pero no espiar. Ayudarles cuando se caen, pero no evitar que se caigan. Cuando los niños empiezan a bucear por las redes, muchos padres se encuentran absolutamente perdidos sin saber qué hacer. Si controlar la vida virtual de sus hijos o no. Hay progenitores que pretenden saber constantemente dónde andan, con quién y qué hacen. Y el tema es que además la tecnología hoy en día incluso lo permite. Pero la cuestión es: ¿es ese control constante recomendable? ¿Debemos supervisar el móvil de los hijos sin su permiso e invadiendo su intimidad? ¿Qué dice la ley? ¿Dónde está el límite?

"Los chavales se las saben todas. Nunca vamos a poder controlarlo todo”

Esta semana en Familias y Pantallas resolvemos todas estas dudas de la mano de la psicóloga María Rosa del Rincón. Con amplia experiencia en este campo, Del Rincón es también perito judicial en enjuiciamiento civil, máster en Psicopatología y Salud y máster en Investigación en Depresión y Agresividad en la Infancia y la Adolescencia.“En los niños más pequeños no está este problema, porque tienen más normalizado que nosotros los padres les guiamos y les enseñamos. Pero cuando ya entran en la adolescencia, ya no les gusta que invadamos su intimidad”, explica la profesional.

“Antes, cuando nosotros éramos niños y nos llamaban a casa por teléfono, nos íbamos a otra habitación para hablar. Los padres no tenían acceso a nuestras conversaciones y cuando salíamos con los amigos, tampoco podían saber si íbamos a la discoteca que habíamos dicho o si andábamos con los amigos que también habíamos comentado. “Los padres no iban detrás de nosotros vigilándonos”, ejemplifica la profesional. Sin embargo, ahora, sí tienen esas ganas de saber qué están haciendo los hijos y con quién están constantemente. Tenerlos geolocalizados siempre”, expone Del Rincón. Pero ¿cuál es la diferencia entre entonces y ahora?.

 

Cuando les damos el primer móvil

La clave está en controlar y no vigilar. “Hay que ir vigilando y es muy importante cuando le damos el móvil hacer un contrato conductural con ellos. No me vale de palabra, porque luego las palabras se las lleva el viento y los niños se acuerdan de manera sesgada de las normas. Si lo dejamos todo por escrito y pactado es mucho mejor. Es muy importante que entiendan que no queremos controlarles, pero que debemos tener acceso al móvil, que no esté bloqueado. Hablar con ellos de los peligros que hay en Internet. Porque lo que no le contemos nosotros, se lo van a decir otros. Si lo normalizamos todo y hablamos con los hijos desde la tranquilidad, la calma, la confianza, resolviendo sus dudas, haciendo que entiendan las normas y que se sientan partícipes de ese contrato también...”, asegura Del Rincón, “los niños van a estar más accesibles y no se sentirán tan atacados”. “Y en ese contrato, hay que regatearlo todo. Las normas innegociables tienen que ver con su seguridad. Para el resto, debemos ser más flexibles”.

 

Ante la ley

“Los niños se retroalimentan mucho entre ellos en sus derechos. Están mucho con los derechos y poco con los deberes. Están en ese punto egocéntrico de que están siempre con que están en su derecho, pero es verdad también que nosotros como padres también estamos en el derecho y en el deber de proteger su seguridad y su intimidad. El artículo 4.1 de la Ley de Protección del Menor 1/1996 dispone que “los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto de las comunicaciones”. Y el artículo 4.5 de la misma ley también apunta que: “Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros”.

Entonces, qué es ilegal y qué no y cómo deben actuar los padres para proteger a sus hijos, al mismo tiempo que respetan ‘su espacio’. Según la psicóloga, los padres tienen legalmente la responsabilidad de velar por la seguridad de los hijos. “Pero vigilando o cotilleando vamos mal. Legalmente estamos un poco atados como padres. Por eso es importante tenerlo todo por escrito. Los niños incluso te amenazan con denunciarte, sin ver realmente las consecuencias. En casos extremos hablamos de medidas cautelares, multas, problemas en la custodia, etcétera”. “Los chavales ya con trece años se la saben todas. Hay quienes roban porque saben que no tienen responsabilidad legal. Aunque a todo esto también hay que ponerle sentido común”, puntualiza Del Rincón.

Las aplicaciones de control parental se deben instalar en los móviles de los menores “siempre con su permiso, es vital. Porque te va a pillar seguro si lo haces sin su consentimiento y el mensaje que le das es que desconfías. El desconfiar generar desconfianza y ya por norma el niño hace las cosas a escondidas. En consulta me he encontrado casos de niños que, sabiendo que tienen el control parental instalado, le dan el móvil a otro amigo para irse un rato a otro sitio. Las trampas siempre han existido, existían antes y ahora también. Entonces si nosotros trabajamos la confianza con ellos desde pequeños, si hablamos de lo que implica saltarse la norma y lo trabajamos desde la educación y la confianza, van a ser mucho más maduros. Como padres tenemos que saber que la adolescencia es así. Ellos siempre van probando cosas, tenemos que aceptar esa edad y estar ahí para cuando se caigan, pero no podemos evitar que se caigan. Debemos ser conscientes de que en algún momento veremos cosas que no nos van a gustar; forman parte de la adolescencia, de la edad y de su intimidad”, concluye.