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Sábado 23/11/2024

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El mijeño Javier Carrasco, ganador del V Certamen Literario de AFAM

Fátima González, en categoría A, y Lara Suárez-Mira, en categoría B, han sido las otras dos ganadoras del certamen


Redacción. Esta mañana se han conocido a los tres ganadores del V Certamen Literario de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Mijas (AFAM), que este año ha recepcionado un total de 103 cartas que se han repartido en tres categorías. “Queremos destacar que ha habido una alta participación, ya que hemos recibido relatos no solo desde Andalucía, sino desde todos los puntos de España”, apuntó la concejala de Cultura, Verónica Ensberg (PSOE), quien añadió que “la finalidad de este certamen es poner en valor la labor que realizan las familias y los trabajadores de AFAM, a través de estas cartas los autores expresan lo que sienten, dándole visibilidad a esta enfermedad”.
La vicepresidenta de AFAM, María Rosario Cabello, por su parte, declaró que “para nosotros es muy importante este certamen porque uno de los objetivos de la asociación es informar, sensibilizar, y dar visibilidad a qué es el alzhéimer y que todo el mundo conozca los servicios que prestamos desde AFAM y concienciar”.
En la categoría adultos, la C, la carta de Javier Carrasco ha sido elegida por el jurado como la ganadora de esta edición. Es la primera vez que un mijeño logra este premio en esta categoría, junto con otras 89 propuestas más. “Estoy muy sorprendido por este premio. En este relato, el hombre hace creer a su mujer que va a ir a la cárcel porque le han condenado, pero su condena no es una cárcel física sino esta enfermedad”.
“Desde aquí, quiero dar la enhorabuena a Javier Carrasco por la obtención de este primer premio y agradecer a AFAM por hacernos partícipes de esta iniciativa y a los participantes y al jurado su implicación y participación en este certamen”, señaló la edil.
Las Menciones de Honor han sido para María Soledad García, de Cáceres, por ‘Al señor gobernador de Barataria’, y Cristina Atienza, de Sevilla, por ‘Mi otra madre’.
En la categoría A, dirigida a un público infantil de hasta 12 años, el primer premio ha sido para Fátima González, de Madrid, con su carta titulada ‘Con el corazón grabándome en tus recuerdos’. Las cartas ‘Un recuerdo inolvidable’ de Lucía Cárdenas (Chiclana de la Frontera) y ‘Recuerdo mis lágrimas’ de Iván Santiandreu (Mijas), han sido distinguidas con las menciones de honor.
En la categoría B, para el público juvenil de 13 a 18 años, Lara Suárez-Mira (A Coruña) ha logrado el primer premio con ‘Mi querida abuela’. Menciones de honor para Ashley Rubio, de Asturias (‘Mamá, ¿te acuerdas?’) y Pilar González, de Madrid (‘Querida abuelita’).
Han formado parte del jurado, Noemí Martínez, terapeuta ocupacional de AFAM; Susana Pérez, miembro del proyecto literario Arco Iris y la pedagoga Natalia Acevedo. “Ha sido difícil la elección, porque todas las cartas eran muy bonitas, pero nos hemos guiado por el sentimiento que transmitían y el cariño que hay en ellas”.


Primer premio adulto, por Javier Carrasco

“Despiértate mi vida, que ya está amaneciendo”, fueron las primeras palabras que escuché aquel día. Intentando esbozar una sonrisa, allí estaba: la mujer de mi vida. Corriendo para el armario, mientras me prepara el desayuno. Los nervios me invaden desde bien temprano. Salimos cogidos de la mano, como dos adolescentes, dirección a mi juicio. Hoy sabré cuál es el veredicto. Lo vi venir nada más cruzar el umbral de la puerta. Y entonces dictó sentencia: cadena perpetua. A prisión hasta el resto de mis días. Te escribo esta carta para que las leas una y otra vez. Para que llegado el momento me la leas tú a mí. Me gustaría prometerte que jamás te olvidaré, pero ni siquiera puedo asegurarte que al terminar esta carta siga reconociendo tu rostro. Solo te pido que me perdones, si en uno de los vis a vis tengo que preguntar tu nombre. Te pido seguir siendo preso de tus besos, pues será la única manera de conseguir sentirme libre. Te pido también que traigas a nuestros nietos a verme en esos horarios de visita que me sean permitidos.
Llévame a menudo las fotos de nuestra luna de miel. Y las de nuestra boda, pues aunque el paso del tiempo ha hecho mella en ellas, todavía sigues reluciendo con tu vestido blanco. Antes de venir, rocíate con ese perfume de lavanda que invade cualquier habitación en la que estés. Y no se te olvide ese collar de perlas que te regalé por nuestras bodas de oro. Y no dejes de venir a verme, aunque muchas veces no esté disponible, no dejes de venir. Asumo que, como en cualquier cárcel, me iré consumiendo poco a poco. No dejes que nuestros nietos tengan esa imagen de su abuelo. Háblales de mí, de todo lo que hemos vivido, de lo mucho que los quiero. Cuida a nuestros hijos, quiero que les des todo el cariño que yo por mi circunstancia no puedo. Y aquí dejo de pedir para agradecer.
Gracias por lo vivido, gracias por hacerme el nudo de la corbata durante años, por ese sorbito de champagne cada Nochevieja. Por hacerme la raya en el pelo cada mañana. Por el beso en la frente antes de caer en los brazos de Morfeo. Por darme los hijos más maravillosos del mundo. Por aguantarme durante años, y por darme la tranquilidad de saber que vas a seguir haciéndolo. Por tanto amor que me has dado. Gracias por darme la vida que quería y necesitaba. Por último y aunque no valga de nada. Te juro que soy inocente. Voy a ser encerrado en una prisión sin haber hecho nada para merecerlo. Y aunque no me quede más remedio que aceptar con resignación esta condena, mantén limpia mi memoria. Que a partir de ahora seré un prisionero en mi propia casa. Que a partir de ahora estaré en encerrado en la celda de mi propia cabeza.
Solo pido que el día que me encuentre débil y triste encerrado en un hospital, esperando a la guadaña, lo haga rodeado de gente aunque esté aislado en mi soledad. Que cuando el final esté llegando aprietes mi mano aunque sientes que tiemble. Y en ese último instante, en que me sea concedida la libertad, poder susurrarte al oído un profundo: “Te recuerdo”. 

 

Primer premio juvenil, Lara Suárez-Mira

MI QUERIDA ABUELA.

Te escribo sobre un papel, aunque hubiera podido hacerlo usando el móvil (que te has molestado en aprender a utilizar), con un WhatsApp (que has incluido en tu tarifa a pesar de ser pensionista) o con un correo electrónico (que has creado en tu clase de informática para gente mayor), para que todos se enteren y porque creo que no he sabido decírtelo directamente, con palabras, aunque espero que tú lo sí hayas sentido. Sabes que me cuesta expresar mis sentimientos y que el amor que siento adopta miles de formas. Me gusta la sensación que tengo de que has conseguido adaptarte a los tiempos. Aunque vivimos en la misma ciudad y hablamos por teléfono habitualmente, disfrutaba con tus correos electrónicos, tus mensajes de móvil y todas tus dudas informáticas que por desgracia no sé resolver. ¡Cómo me gusta cuando te pones las gafas de flores y empiezas a consultarme!
Acabas de cumplir 75 años y, aunque ya no siempre te acuerdas, te planteabas si lo has hecho bien. Sí. Lo has hecho estupendamente. Te has adaptado a todo y has conseguido sobrevivir y convertirnos a nosotros, tus hijos y nietas, en lo que ahora somos. Has realizado un buen trabajo, te lo aseguro, porque nos has dado lo más importante, tu amor. Ahora no puedes recordar toda tu vida, pero yo sí y pienso mucho en ella. No hemos vivido en la misma época, pero sí similares experiencias. Conocer tu historia me ha ayudado a vivir la mía. Ya no hablamos tanto como antes, pero aprovechamos todos los momentos y sigo sintiendo tu amor en cada dulce mirada que me dedicas. Yo soy ahora tu memoria y disfruto de ello. No me planteo ningún futuro, simplemente vivo el presente y me recreo en ese agridulce sentimiento. Sigues siendo tú. Intentas mantenerte y no perder más capacidades. Y lo estás consiguiendo. Estoy segura de que aún nos queda mucho tiempo y lo aprovecharemos juntas. ¿Ves cómo todo lo has hecho bien? Aunque soy yo la que escribe, sé que todos piensan lo mismo y, en su nombre te digo GRACIAS por ser tú y habernos hecho así a nosotros. Te quiero… te queremos. 


Primer premio infantil, por Fátima González.

Con el corazón, grabándome en tus recuerdos desde que existen los mails y los WhatsApp, no envío apenas cartas, solo a los Reyes Magos y por supuesto a ti. Abuelita, he comprado una goma bien grande, para borrar todo lo que no nos interesa y dejar espacio para lo importante, que lo señalaremos con un rotulador enorme permanente, pero permanente, permanente, que no se borre nunca. Borraremos aquellos zapatos de tacón que tanto te gustaban y que te rompí por ponérmelos en casa, pero destacaremos con el rotulador, los besos que me diste cuando te pedí perdón; mantendremos tu sonrisa cuando horneé un bizcocho al que por error le añadí sal en lugar de azúcar y para que no me disgustara te lo comiste sin rechistar. Eliminaremos las noches de tormenta cuando el miedo de los truenos me hacía llorar, pero dejaremos escritos los cuentos con los que me distraías frente a la chimenea para que no temblara. Y es que abuela, cuántas veces me has dicho “¡cielo, tú no te enfades por nada!”, sobre todo cuando llegaba a tu casa ofuscada por cualquier tontería, me escuchabas, me hacías chocolate y se me pasaba rápido.
Ahora, voy a ser yo la que te explique que no hay que estar triste y que hay cosas que, si se olvidan, pues ¡mucho mejor! Es preferible olvidar, a los que a partir de ahora no van a venir a verte porque están ocupados en otras cosas, excusándose ellos mismos, de no tener tiempo; es mejor olvidar las lágrimas de los que lloran, lágrimas sin consuelo porque están a tu lado y te quieren de verdad, luchando contigo. Yo, abuelita, voy a ir a tu casa todos los días a hacer los deberes, para que sigas ayudándome, aunque mamá te regañe porque me dices las respuestas de los problemas; seguiré yendo a comer a escondidas contigo gominolas, porque, aunque tú no puedes ¡por una no pasa nada!, qué es lo que tú dices y mamá volverá a enfadarse y es que abuela, no te comes una ¡te comes muchas! Seguiré yendo a tu casa cuando me haga heridas en las rodillas, para que me des esos besos que todo lo curan, y si tú no tienes ganas de besos, pues te los daré yo, besos bien grandes y bien fuertes, y me dirás: “te quiero mucho, que eres la niña más guapa del mundo”, y yo te diré, “de eso nada, yo te quiero mucho más”.
No te sientas mal si bromeo con tus olvidos o tu enfermedad, pues tú me has enseñado a huir de los tristes y surcar la vida con alegría, riéndonos si es necesario de nosotros mismos, incluso en los momentos más duros, cuando la amargura pasee por nuestro lado. No me va a importar que piensen que soy la niña pequeña que no se entera de nada si con eso consigo hacerte reír. No existen límites, siempre me has dicho, hay que esforzarse, aunque el objetivo parezca imposible, “partido a partido”, como dicen en el fútbol. No hay que tener miedo a caer, lo importante es levantarse. Pues siempre hay salida para todo y si no la hay, yo la buscaré y cuando no la encontremos fabricaré una puerta para ti. Buscaremos juntas esa luz al final del túnel y yo estaré contigo para encenderla y que nunca se apague. Y con rotulador permanente firmo: TE QUIERO MUCHO ABUELA. 

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