Querido, Me sé poco hábil para algunas cosas, vamos, lo que se viene llamando torpe. Es una valoración objetiva, así que no creas que estoy deprimido o con ánimo derrotista. Hablo de torpe como lento para comprender o hacer, y no fruto de interpretaciones exageradas y absolutistas del tipo “nunca lo conseguiré”, “siempre me sale mal”, “soy tonto”.
Lejos de la intención de querer exhibir mi torpeza o etiquetarme, quiero compartir contigo un descubrimiento que he hecho. Para aliviar las molestias de la torpeza, la solución es echarle horas y perseverar.
Yo siempre había admirado y admiro a la gente inteligente y profesional, y un día me dijeron: bueno no les veas como seres superiores, en la mayoría de los casos son sencillamente personas que dedican amor, ilusión, motivación, ganas, tiempo, en definitiva trabajo, a lo que les gusta.
Querido, no es nada nuevo, lo sé, quizá tú ya lo sabrías y yo mismo, pero es hoy cuando lo comprendo de verdad, ¡eureka! Cuánto me sorprende que haya cosas que aunque las hayas escuchado en un momento determinado, lleven años comprenderla.
Te confieso que hay veces que he abandonando compromisos alegando motivos variados: no es el momento, soy torpe, el profesor es chungo. Ahora sé que con un poco de autoexigencia las cosas pueden cambiar algo. Hablo de un poco de autoexigencia, nada de una dedicación asfixiante, ni de perfeccionismo. Insistir en lo que uno quiere, no por sobresalir sino por poder hacer lo que te gusta. Es verdad que no tengo talento innato para muchas cosas, sin embargo tengo el don del trabajo. Como todo el mundo, aunque no todos lo usen.
Querido, es que estoy muy contento, he entendido que si solo haces lo que te dé la gana poco se consigue. Seguir el criterio de las ganas: “ahora sí tengo ganas”, “ahora no tengo ganas” no es lo mejor para conseguir algo.
¿Tú conoces personas que apenas dan frutos? Seguro que su nivel de exigencia es bajo o nulo. Quién me ve y quién me ha visto, no me reconozco diciendo estas cosas. Te confieso que puedo ser torpe, pero sobre todo hasta el día de hoy he sido vago y poco exigente y no he batallado por lo que decía querer. Tal vez nunca he estado dispuesto a hacer el trabajo necesario para conseguir las cosas. Eso sí que me hace sentir vergüenza. Podríamos decir que me engañaba.
Me encanta sentir el placer que se obtiene cuando consigues las cosas. Además qué bien duermo cuando hago las cosas lo mejor que puedo. Voy a ser sincero, me hubiese gustado nacer con ciertas cualidades, pero mi realidad es otra. Ahora a ver qué hago yo con las cartas que me han tocado. ¿Lamentarme? ¿Poner por excusa mi poca habilidad y así sentirme frustrado? ¿O perseverar en lo que me gusta y disfrutar? Me pregunto ahora, ¿tú cómo te las arreglas con aquello para lo que eres torpe?
Un beso de este, que ahora es un torpón trabajador.
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