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10/11/2024

Actualidad

Dispuestos a romper estereotipos

Este colectivo lleva desde septiembre de 2011 transmitiendo a la población gitana mijeña, especialmente a los más jóvenes, una educación en valores positivos

Tamara, Palmira o David son sus nombres, los mismos que probablemente tengan otros tantos mijeños, pero a la hora de las oportunidades se encuentran con un obstáculo, el que les impone la sociedad por el hecho de pertenecer a la etnia gitana.

Así, de la necesidad de romper estereotipos nació en la localidad hace unos meses la asociación Nueva Cultura para el Desarrollo Gitano (NCDG) que preside Tamara Soto y que no solo persigue dignificar a los integrantes de su comunidad sino también ayudar a la reinserción social de aquellas personas que hoy en día viven en condiciones de marginalidad.

“La idea surgió por la necesidad que existe en el pueblo, donde hay niños que faltan al colegio o niñas que se casan muy jóvenes y no hay perspectivas de futuro”, comenta la presidenta de este colectivo que se formalizó en junio y que, desde septiembre, viene desarrollando sus primeras actividades consistentes en una serie de talleres y charlas  que “han tenido una respuesta muy positiva”, asegura, y “todo el mundo quiere colaborar”.

En estos encuentros, se habla de igualdad o educación, haciendo especial hincapié en “la necesidad de sensibilizar a la mujer gitana de que sus hijos tienen que ir al colegio y que ellas mismas también tienen que avanzar”, como apunta Tamara Soto, que señala que, al no tener sede aún, los talleres se organizan en domicilios particulares.

Reivindicar su identidad

“Hay muchos gitanos que estudiamos o trabajamos, los menos son los que viven en chabolas; queremos luchar por ellos”, declara Tamara SotoOtro de los objetivos que persigue esta asociación, como apunta una de sus socias, Ana Palmira Soto, es cambiar mentalidades: “Queremos romper los estereotipos, las leyendas negras y mitos que hay sobre el pueblo gitano porque muchas veces en televisión aparecen unas costumbres que no son ciertas y definen al gitano de una manera que realmente no es” y, con este proyecto, buscan “dar a conocer cómo son realmente los gitanos”, así como difundir su cultura (cuyo máximo exponente es el flamenco, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad) e historia, al tiempo que “pretendemos avanzar nosotros, desarrollarnos más, porque todos tenemos la obligación y el derecho de avanzar y llegar lo más lejos posible”.

La presidenta de Nueva Cultura del Desarrollo Gitano indica que como ella, madre de familia y estudiante de Integración Social, “hay muchos gitanos integrados que estudiamos, trabajamos… somos los más y los menos los que viven en marginalidad y chabolas” aunque su asociación “quiere luchar por las personas que no están integradas, por los necesitados”.

David Vargas también forma parte de este colectivo. Tiene 17 años y estudia 2º de Bachillerato de Ciencias de la Salud (tras cursar cuatro años de ESO en un colegio inglés) y también en la Escuela Oficial de Idiomas. Pide que “no haya tanto racismo” ya que “el pensamiento que la mayoría tiene sobre los gitanos está muy equivocado”.

Pone como ejemplo su caso: “La gente muchas veces, cuando me ve bailando ‘Break’ (tengo un grupo) y digo que soy gitano, la mayoría no se lo cree”. Esta actitud es la que “duele”, explica Tamara, porque “nuestra identidad no se pierde por estudiar, trabajar o llevar a tus niños al colegio”.

En este mismo sentido, se pronuncia otra de las socias, Ana Palmira Soto (tiene 22 años y cursa tercero de Ciencias Económicas), a quien “muchas veces preguntan por qué, siendo gitana, soy así. ¿Por qué tengo que demostrar yo que al ser gitana no puedo ser así, por qué hay ese límite?”. Reconoce que ha sufrido “el rechazo desde pequeña, de padres de amistades que no querían que se juntaran conmigo o de amistades que al enterarse que soy gitana me han dicho que ya no son mis amigos”, una situación que, según cuenta, también se ha repetido en el trabajo donde alguna vez han desechado su currículo para un puesto “al ver a la familia que pertenezco” o ha tenido que “ocultarlo muchas veces porque mis jefes, delante mía, han hablado pestes de los gitanos y he tenido que tragarme eso para que no me echen”.

La secretaria de NCDG, Palmira Soto, dice que “somos unos ciudadanos más, con nuestras obligaciones y deberes” y “no se debe juzgar a las personas antes de conocerlas”. Como anécdota cuenta que su marido y ella compraron un piso cuando estaban recién casados y “sin saber aún cómo éramos, la vecina de al lado tardó una semana en vender la casa”. “Estuve viviendo allí 3 años y vieron que éramos unos vecinos más y, ahora, dicen que me echan de menos”.

La mujer, motor del cambio

Para que todo esto cambie, desde esta asociación piensan que la figura de la mujer es clave. Apuestan por incentivar a las gitanas a superarse y promocionarse, sin renunciar por ello a su idiosincrasia cultural.

Para muestra, tenemos la historia de la propia presidenta que, tras sacarse el graduado, dejó sus estudios de FP de auxiliar administrativo a los 16 años, se casó a los 22 y estando embarazada de su tercera hija, se animó a estudiar. Primero se sacó el acceso a la universidad y ahora acude a clases de Técnico Superior de Integración Social.

“La mujer es el motor de su casa y la que decide si su hijo estudia y la que tiene que motivarlo”, considera Tamara Soto, que piensa que en su etnia “es la mujer la que manda en casa, porque el hombre suele estar más tiempo fuera”.

Esto, como destaca la secretaria del colectivo, desmiente “el estereotipo de que los hombres gitanos son muy machistas y tienen a la mujer sumisa”, pues “la mujer gitana tiene su papel y su mandato y nuestros maridos nos apoyan”, sin olvidar el “respeto” que les inculcan de pequeñas.

De ahí que en las actividades que han desarrollado hasta el momento vayan principalmente enfocadas a las mujeres gitanas con el objetivo de que “se conciencien” para que, por ejemplo, “no se casen tan pronto” ya que, opina Tamara, “una niña con 16 años no está preparada” pero también lanza un mensaje para que aquellas que se hayan casado siendo adolescentes, “sigan hacia delante y retomen sus estudios, pues nunca es tarde para aprender. Yo los retomé con 28 años”.

Piden apoyos para su proyecto

Nueva Cultura del Desarrollo Gitano es un ambicioso proyecto de educación en valores, orientado a la integración y atención de las necesidades del colectivo de etnia gitana de Mijas para que mejore sus condiciones de vida, aspirando a la igualdad de condiciones e impulsando su identidad cultural, al tiempo que pretende incidir en el crecimiento personal y la mejora de hábitos saludables en esta población.

“Para conocer al gitano tienes que vivir con él, abrir un poco tu mente y romper las barreras del racismo”, asegura Ana Palmira SotoPara mejorar la situación de  aquellos gitanos mijeños con bajo nivel educativo, falta de formación y perspectivas laborales, que estén en el paro o hayan caído en el mundo de las drogas, necesitan el apoyo de instituciones y organismos que colaboren con su causa, ya que “nos gustaría sacar adelante proyectos para que se saquen el graduado, el carné de conducir y también queremos trabajar con personas de 25 a 30 años que no tienen formación pero sí saben leer y escribir y ayudarles a conseguir un trabajo, porque son padres y madres de familia”, afirma Tamara, cuya organización pretende abordar todos estos problemas para contribuir a su solución. “Queremos que los gitanos sepan sus derechos y obligaciones, a dónde recurrir y estar ahí para ayudarles”.

De momento, han contado ya con el respaldo de Mijas Comunicación que colaboró con ellos en la realización y difusión de un spot televisivo que apela a la integración de esta comunidad y que se emitió en 3.40 Televisión con motivo de la conmemoración, el pasado 22 de noviembre, del Día del Pueblo Gitano en Mijas.

Avanzando en igualdad

El programa formativo de la asociación Nueva Cultura del Desarrollo Gitano puso en marcha en octubre de 2011 una serie de actividades relacionadas con la coeducación y la igualdad de oportunidades. El fin de dicho proyecto es, según Tamara Soto, “trabajar con nuestros jóvenes sobre la desigualdad existente en nuestra sociedad entre hombres y mujeres, analizar con ellos las diferentes causas de estas diferencias y educar en contra de la discriminación que en la actualidad sufren las mujeres”.

Los objetivos propuestos con esta actividad son promover una política de igualdad de género entre los jóvenes gitanos/as de la asociación NCDG, fomentar la participación de los hombres en la sensibilización social y concienciar de una forma creativa a los jóvenes gitanos de ambos sexos sobre el problema que supone la discriminación y la violencia de género.

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