La historia de Sladana Obradovic es la de una vida vivida intensamente. Esta mujer fuerte, valiente, sabia y generosa, ha andado muchos caminos, los que conducen al éxito profesional y el reconocimiento y los que transitan sendas dolorosas, con una guerra que dividió a su país y la muerte prematura de su hija.
Nacida en Serbia, estudió medicina en la Universidad de Belgrado, con uno de los mejores expedientes de su promoción. Se especializó en radiología y, más tarde, con su marido, se interesaron por la acupuntura y la medicina natural. Eso les llevó a crear una línea de productos naturales que fueron un éxito en su país natal, entonces Yugoslavia, y en países de su entorno inmediato como Grecia. Pero les tocó volver a empezar de cero. Fue entonces, hace 16 años, cuando su familia se trasladó a España: el matrimonio y los pequeños Sara y Darío, que entonces tenían 5 y 3 años, respectivamente.

Las noches de Mijas

“En Mijas empecé a trabajar haciendo sustituciones de la doctora que entonces llevaba el turno de noche, hasta que le salió un trabajo en Ronda y me ofrecieron quedarme yo con su puesto”. La doctora Obradovic trabaja 365 días al año. De día, en una clínica privada de Marbella. De noche, en el consultorio de Mijas Pueblo, con un cupo de pacientes más popular. En ambos sitios, acostumbrada a tratar a personas de más de 130 nacionalidades. “Gracias a esto he podido completar mi visión del mundo y de la vida, y eso repercute en cómo desarrollo mi profesión”, nos cuenta. Con el paso de los años, ha ido creando fuertes vínculos con sus pacientes. “Trabajando en urgencias en un pueblo pequeño muchas veces tratas problemas graves y he ido generando unos lazos de confianza con mis pacientes que se han profundizado con los años”.

Agradecida, pese a todo

“Yo he pasado por todo en esta vida, desde épocas en las que todo ha ido perfectamente, al dolor de la guerra y a la muerte de mi hija Sara hace 11 años”. Todas estas experiencias, junto a una filosofía de vida positivista, hacen que se reconozca a sí misma como una mujer agradecida a la vida, que ama su profesión y a sus pacientes.
“Sara era una niña muy especial, buena estudiante, que hablaba idiomas, pintaba, escribía poesía. Yo me di cuenta de que algo no iba bien y sospeché, como al final acabó confirmándose, que estaba enferma de leucemia”. Al poco tiempo, la enfermedad le ganó la batalla a la pequeña Sara, pero la manera que ella tiene de contarlo te hace un nudo en la garganta: “La vida hay que afrontarla como es e intentar sacar lo positivo que tiene. Yo no pude salvar la vida de mi hija, pero he salvado otras muchas. Y cada vez que hago algo por alguien, siento que he hecho algo bueno por ella”.
Por todo esto, conocer a Sladana Obradovic es reconciliarte con la vida. Una mujer incansable y vitalista, que sigue ilusionada con su trabajo y formándose continuamente, que lleva su casa para adelante, que disfruta de sus amigos, de la cocina, de la filosofía, de la lectura y de la música barroca.
Una vida y una manera de ser que se merecen un reconocimiento, como el que le dieron el pasado mes de mayo en la gala que organiza I Love Marbella, en la que se otorgan unos premios que se conocen como ‘Los Oscars de Marbella’, que cada año reconocen su labor a distinguidos profesionales, o como el cariño que le tienen sus pacientes y que se ha ganado a pulso.

La importancia de saber escuchar

La calidad humana de Sladana se nota nada más oírla hablar de sus pacientes: “El secreto es el amor a la medicina y a los pacientes, porque sin ellos no hay nada. Cada día aprendo mucho de mis pacientes, porque cada uno trae una historia diferente. Ellos me aportan sabiduría y completan mi visión y mi filosofía de vida, lo que me hace crecer como médico”. 

Comparte esta noticia desde el siguiente enlace: https://mijascom.com/?a=8738