Un ecosistema es un equilibrio complejo, establecido a través de cadenas alimentarias, relaciones de depredadores y depredados y especies en continuo proceso de adaptación a unas condiciones determinadas durante siglos.
La mano del hombre sobre la naturaleza, sabemos, ha deprimido ecosistemas por todo el planeta, especialmente en las últimas décadas, en las que la sociedad del bienestar ha requerido que exprimamos los recursos naturales para convertirlos en bienes de consumo.
Diego González es biólogo y trabaja para el departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Mijas. A ellos corresponde la misión de controlar el devenir de las especies en nuestro territorio, conocer los peligros que les acechan y proponer medidas de mejora. Estamos hablando de que “en un 95% es la mano del hombre, consciente o inconscientemente, la que genera desequilibrios en el ecosistema”, nos dice. “Uno de los ejemplos más típicos es soltar una mascota, como es el caso de la cotorra argentina, muy bonita y exótica que, cuando es liberada a nuestro entorno por cualquier motivo, no tiene un depredador natural y crece de manera exponencial, desplazando a otras especies”.
La cotorra argentina es una de las especies alóctonas que ha ido asentándose en el municipio. ¿Son bonitas? Mucho, pero ese no es el problema. Su descontrol es tan peligroso como el del picudo rojo, otra plaga que, al ser un insecto, no despierta la misma simpatía, pero provoca la misma ruptura del ecosistema que la cotorra. En esta línea, mucho menos evidente es la labor a nivel de especies de árboles, cuyo asentamiento es sigiloso. Los eucaliptos y las mimosas son dos de los principales peligros para el equilibrio de nuestra biodiversidad. “Son especies egoístas, que no crean ecosistema porque se adueñan ellas solas de todo un territorio. Acidifican el suelo, explotan todos los recursos hídricos”, nos explica González.
“Son especies egoístas, que no crean ecosistema porque se adueñan ellas solas de todo un territorio”Le preguntamos como trabaja su departamento. “La idea es sustituir las especies invasoras por otras autóctonas que sí creen ecosistemas cerrados, complejos y estables, que se perpetúen en el tiempo, de manera que podamos tener una biodiversidad más apropiada y rica”, apunta, añadiendo que “el Ayuntamiento está tomando medidas fitosanitarias para paliar, en la medida de lo posible, la proliferación de estos agentes alóctonos”.
Un sistema delicado, un mecanismo complejo de frágil equilibrio. Esa es la realidad de nuestro patrimonio natural. Conviene ser conscientes de ello y destinar recursos y esfuerzos a cuidar de él, ya que forma parte de nosotros y nuestra cultura, aunque viva en silencio.
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