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Viernes 22/11/2024

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Un mijeño en los Goya

Cristóbal Ruiz García lleva años escribiendo historias para la pantalla. El pasado domingo se alzó con el Goya al Mejor Guión Adaptado por su trabajo en ‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’

No todas las noches uno tiene la oportunidad de dedicar un Goya a su tierra. Cristóbal Ruiz García nos atiende al teléfono, amable y radiante, ya que hace aún unas pocas horas que ha recibido el mayor reconocimiento de su carrera: ser galardonado con un Goya al mejor guión adaptado. Tras tantos años de páginas y páginas de ideas e historias, este premio hace justicia a un escritor que ha hecho del humor su mejor herramienta de trabajo. Con una dilatada carrera, sobre todo en televisión, tener la oportunidad de trabajar con Javier Fesser, uno de los directores con un universo más personal, ha supuesto todo un regalo para él, más incluso que cualquier galardón. Que se tratara, además, de adaptar las viñetas de Francisco Ibáñez que, como veremos más adelante, tienen un significado muy especial para él, es casi una pirueta del destino.
Desde Mijas Semanal queremos agradecerle que tuviera un huequito para concedernos esta entrevista y, por supuesto, darle la enhorabuena por este premio, del que nos ha hecho partícipes a todos los mijeños. Con unas poquitas palabras en su speech, ha conseguido ganarnos a todos el corazón.
"Si mi tío Alonso no me hubiera regalado un Súper Humor en mi comunión, quizás nunca hubiera escrito esta peli" Mijas Semanal: Hoy en Mijas todos queríamos saber más de Cristóbal Ruiz, nuevo orgullo de la tierra, que ya en tu discurso tuviste un recuerdo a La Cala de Mijas, algo que entre tus paisanos ha sido recibido con mucho cariño.
Cristóbal Ruiz: Hombre, está bien que se acuerden de uno. Yo me acuerdo de la tierra siempre, pero no todos los días uno tiene la oportunidad de expresar ese cariño en una gala de los Goya. Es cierto que el móvil ha funcionado hoy más de lo normal, pero está muy bien que sea mutuo.
M.S.: Y también tuviste un detalle con tu tío Alonso.
C.R.: Siempre que lea un tebeo de Mortadelo y Filemón me acordaré de mi tío. Con 7 u 8 años él me regaló mi primer Súper Humor y es algo que, pasados los años, uno aprende a poner en su sitio en tu memoria. Y cuando, casi por casualidad, con el tiempo, me veo escribiendo esta peli, no me podía quitar a mi tío de la cabeza, que si este hombre no me hubiera regalado aquel Súper Humor en mi primera comunión, igual nada hubiera sido igual.

El universo de Ibáñez
M.S.: ¿Qué es más complejo, el universo de Ibáñez o el universo de Fesser?
C.R.: Los dos son un punto. Yo creo que son dos niños chicos con carcasa de señor mayor. Yo con Javi me he echado muchas risas durante el proceso de escritura de este guión, todo el día pariendo ideas. El universo de Fesser se parece mucho al de Ibáñez, en todo lo que tienen de surrealista y excesivo, pero solo a ratos, porque él lee mucho y ve mucho cine, y en el fondo, esta peli tiene casi más de él.
“Fesser e Ibáñez son dos niños en una carcasa de señor mayor” M.S.: Repasando tu trayectoria, me ha llamado la atención que ya tenías experiencia en llevar viñetas a otro registro, ya que escribiste varios capítulos de la adaptación de Maitena para la tele.
C.R.: Era una aventura muy divertida. En aquella ocasión me daban una viñeta y de ahí yo tenía que construir un capítulo completo, algo que puede parecer complicado, pero Maitena es una dibujante que también tiene un universo propio, tan visual y ácido, que te guía sola. En el fondo, es como Ibáñez, que una viñeta suya encierra tantas cosas como un cuadro de Goya.
M.S.: Fesser ya había hecho dos películas de Mortadelo y Filemón y en esta ocasión deja a los actores de carne y hueso y se pasa a la animación 3D, algo que era nuevo para los dos. Imagino que supuso un proceso de aprendizaje para ambos.
C.R.: Bueno, más para mí que para Javi, porque yo creo que él tiene el 3D en la cabeza. El caso es que esta película se empezó a escribir para una producción de actores reales, con la intención de ir un poco más allá en su acercamiento al universo Ibáñez, más hacia el tebeo, pero con personajes con sangre en las venas. Pero mientras estábamos en la fase de guión, llegó un inversor muy fuerte y decidimos cambiar al 3D porque ahí ya podíamos ir al disparate absoluto. Ahí la peli cogió un volumen que nos hizo imaginar lo imposible: se nos podía ocurrir todo.
M.S.: ¿Cuánto pasa desde que empezáis a trabajar en este proyecto hasta que, al fin, os podéis sentar a ver la película?
C.R.: Pues más de cuatro años. Fue en 2010 cuando nos pusimos a encajar ideas. Yo con Claro García ya había trabajado, pero con Javier no. Ya ese primer día nos caímos súper bien y empezamos a disparatar: en 10 minutos estábamos riendo a mandíbula batiente. Desde ese mismo momento, si Javi me dice ven, lo dejo todo.

Cristóbal Ruiz, Javier Fesser y Claro García, un equipo creativo sin limitaciones

Cristóbal Ruiz y Claro García han sido el mayor apoyo de Javier Fesser para construir esta nueva aventura de Mortadelo y Filemón, en la que dan un paso más allá en el universo de viñetas de Francisco Ibáñez que en las anteriores adaptaciones, entre otros motivos por tratarse de una cinta de animación 3D. Juntos han formado un equipo que encajó desde el primer momento. Trabajar pensando en 3D “nos dio manga ancha para acercarnos al disparate total. Hemos podido crear sin limitaciones de ningún tipo”.

Una Gala con acento malagueño...

Aparte del de Cristóbal Ruiz la noche estuvo marcada por los premios para Antonio Banderas, que se llevó el honorífico, y el que acabó en las manos de Dani Rovira, al mejor actor revelación. Este último, además, está recibiendo grandes elogios por cómo condujo la gala. En fin, una noche para enmarcar en el recuerdo de todos los malagueños. “Un gustazo para nosotros, el sabor andaluz que tuvo la noche, a Cádiz, con ‘El Niño’, a Huelva con ‘La Isla Mínima’. Madrid está lleno de andaluces, pero es que el mundo del cine más todavía y este año ha coincidido y ha resultado una gala muy divertida. Y en la fiesta final se ha notado”, nos comentaba Ruiz en la entrevista.

Una Familia de La Cala de toda la vida

Mientras paseamos bajo el Torreón de La Cala, Paco y Antonio Lozano, primos hermanos de Cristóbal, me van contando cómo se construyó la escuela, hoy albergue, en la que estudiaron: “Esto lo hicieron los caleños con sus manos. El Ayuntamiento puso los materiales y ellos la mano de obra porque hacía falta una escuela”. Vecinos de toda la vida nos paran para dar la enhorabuena a la familia, que se ha reunido casi en pleno para atender la llamada de Mijas Semanal.
Juan y Ramona son los primeros responsables de esto. Cristóbal vino al mundo un 6 de febrero. Sí, un día antes de que le dieran el Goya, 49 años atrás. “Entonces La Cala eran tres calles por las que bajaban los borriquillos con el capazo a recoger el pescado en la playa. Era todo una vega con plantaciones de caña, maíz y tomate”, me cuenta su padre, que aún vive en la casa familiar que construyeron en un terreno que habían repartido entre nueve hermanos. De ahí viene este pueblo.
Todos recuerdan a Cristóbal como un chaval inquieto, inteligente y culto. “Siempre estaba investigando cosas. Cada dos por tres me decía que le diera dinero para ir a Málaga a la biblioteca porque no se quedaba tranquilo”, me cuenta Ramona, orgullosa de que su hijo fuera tan valiente como para perseguir sus sueños: “Empezó a estudiar Filosofía en Málaga, pero él quería compatibilizarlo con Periodismo y eso solo se podía hacer en Madrid, así que allá se fue. Como solo le admitieron en Periodismo, lo hizo en cuatro años, en lugar de cinco, y después se doctoró”. Y apunta su padre: “Desde que se fue a Madrid no le hemos tenido que dar ni un euro, nunca le ha faltado el trabajo, pero lo mismo ahora, con este premio, le aumenta la faena”.
Toda la familia se reunió para ver los Goya el sábado pasado. “Yo no entiendo mucho de estas cosas, pero esto ha sido muy gordo. Yo creo que nadie en La Cala había recibido nunca un premio como este”, reconoce Juan. Así son ellos, sencillos. Cuando le pregunto a Ramona por la película, su respuesta no puede ser más sincera: “Mucha gente gorda, mucho muñeco y todo muy rápido. Y, para colmo, mis nietas, que son ahijadas suyas, no paraban de decir: ‘mira mi padrino, olé mi padrino’, así que no me enteré de mucho”.
Pero si alguien le conoce bien es su hermana Conchi, su confidente. Que Cristóbal sea el padrino de sus dos hijas me da que pensar que su relación ha sido siempre de amor profundo, una lealtad inquebrantable. “Aunque esté lejos, siempre ha estado pendiente de la casa y de la marcha del pueblo, porque él está muy apegado a La Cala”. Por eso no es raro que en las pocas palabras que tuvo en la Gala de los Goya, unas pocas fueran para su pueblo. “Nosotros, claro, estábamos pendientes de la nominación, de que hace dos semanas le habían dado la medalla del Círculo de Escritores de Cine por esta misma película, pero claro, el pueblo no se ha enterado hasta que le han dado el Goya. Entonces es cuando se acordaron de ese chico que se fue a Madrid hace mucho tiempo”, añade.
Y Carmen, su prima, que atesora unas páginas escritas a máquina con poemas que Cristóbal le dedicó con 19 años, justo antes de irse a Madrid. En la portada de cartón, dibujadas a mano, unas letras con su nombre y la palabra ‘Sueños’ a modo de título. Probablemente de eso se trataba, de seguir sus sueños, de creer en sí mismo. En el colofón que cierra esas páginas, unas palabras que hoy, cuando se desempolvan, con el paso del tiempo y a la luz de este enorme reconocimiento que ha recibido, cobran nueva vida, nuevo sentido:
“Unas páginas, borrones y sueños. De la nada nacieron entre mis papeles y unas pocas letras, que cobraron vida y se ordenaron en verso. Toda creación tiene mucho de magia y un poco de fraude: Nada nuevo bajo el sol. (…) Mientras tanto, sigue soñando”. 

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