Como si de una de las grandes películas del cine catástrofe se tratara, de no haberlo vivido, cuesta creer lo ocurrido hace ahora un año, el 30 de agosto de 2012. Además de la tensión por la desolación ecológica, como hilo argumental, se suma el dramatismo de unas circunstancias que Hollywood hubiese definido como ‘el fuego perfecto’. Temperaturas que alcanzaron los 37 grados, uno de los índices de humedad más bajos del año y rachas de viento de más de 30 km/h que azuzaron las llamas hasta conseguir, en menos de una hora, que atravesaran desde Barranco Blanco hasta la Atalaya Macorra.
Una tragedia ambiental, social y económica en la que ardieron 8.225 hectáreas, pertenecientes a seis municipios, de las cuales 7.175 correspondían a suelo forestal y 1.050 a suelo urbano y agrícola. En Mijas, las cifras arrojaron la devastación de 2.375 hectáreas, de las cuales 32 correspondieron a un alcornocal centenario de alto valor medioambiental. Es decir, una situación que convirtió a nuestro municipio en el segundo más perjudicado con el 20 % de su extensión afectada.
Sin embargo, en un contexto trágico en el que la seguridad es primordial, no podemos olvidar las circunstancias vividas por los miles de afectados aquel fin de agosto. Junto a la pérdida irreparable de las dos víctimas mortales que se cobró el incendio, y junto a las más de 5.000 personas evacuadas de sus casas en los seis municipios, solo en Mijas 15 viviendas fueron calcinadas (11 en la Atalaya Macorra y 4 en Entrerríos), además de otras 3 menos afectadas, un establo y una de las aulas del Albergue de Entrerríos.
Respuestas
Muchas fueron las incógnitas que, con el paso de los días, se fueron despejando. El 14 de septiembre de 2012, la Brigada de Investigación de Incendios Forestales del Infoca determinó en un informe que la causa del incendio fue una hoguera en la que se quemaron restos vegetales en una finca, al pie del monte de la ladera del cerro Alaminos, junto al carril del ‘Charco del Infierno’, en Coín. El texto destacó que los restos mal apagados, propiciaron la propagación de las llamas en dos frentes en torno a las 18:50 de aquella tarde, uno dirección norte, hacia Alaminos ,y hacia el oeste, dirección Barranco Blanco.
Tras descartar la hipótesis de la existencia de varios focos, las autoridades se centraron en las pistas de dicha hoguera mal apagada. Un rastro que llevó hasta la detención de un vecino de Alhaurín el Grande imputado por el delito de incendio forestal por imprudencia grave. Nombre y apellidos para el causante de la tragedia, apenas un mes después de la completa extinción de la llamas, el 2 de octubre de 2012.
365 días después
En el recuerdo queda el pánico, la resignación a perderlo todo cuando las llamas se hicieron incontrolables. Y en los días siguientes al suceso, la valoración. Numerosas familias mijeñas se vieron afectadas por un incendio que supuso la desaparición de sus casas, en unos casos, y la pérdida de aperos y establos en otros, sin olvidar la devastación del entorno natural en el que vivían.
La Atalaya Macorra fue uno de los parajes rurales más afectados aquella noche de agosto, el presidente de su asociación de vecinos, Antonio Merino, recuerda cómo el viento, que propagó el fuego con gran virulencia, también se convirtió en gran aliado, “las rachas eran tan fuertes, que en muchos casos, se prendían las copas de los árboles con rapidez, sin llegar a calcinar el tronco”, una circunstancia que, tras un intenso invierno de lluvias, ha propiciado que “se regeneren prácticamente un 70% de los alcornoques”, apunta Merino. En el caso de Entrerríos, otra de las zonas más afectadas, recuerdan que un verano más los vecinos están “temblando” ante la posibilidad de un nuevo incendio, dice Soledad Ruiz, presidenta de la asociación de vecinos, quien recuerda que “durante dos años hemos sufrido graves incendios y en ambos casos por las mismas fechas”, no olvidando las llamas que asolaron Fuente La Teja en agosto de 2011. Para Soledad Ruiz, las lluvias del pasado invierno también han sido buenas aliadas en Entrerríos, ya que “se están recuperando muchas especies poco a poco, algo verde está saliendo”.
Sobre los efectos personales de los vecinos, el presidente de la Atalaya Macorra recuerda que “algunos perdieron sus viviendas y por decreto no han podido hacer nada, la Junta de Andalucía no les ha dado permiso”, ya que se trata de viviendas irregulares. Por su parte, en Entrerríos, tampoco se han podido levantar de nuevo las casas incendiadas que estaban fuera de ordenación, “casas que, en su mayoría, servían de segunda residencia a muchos vecinos”, destaca Ruiz.
Limpieza
Una vez más, el fuego mostró su predilección por las parcelas sucias y descuidadas, una situación que agravó la situación de las llamas. Un año después, dejando atrás un año de abundantes precipitaciones, podemos decir que “la gente parece que está un poco más concienciada”, añade la presidenta de los vecinos de Entrerríos. “Otros siguen igual, hay parcelas que da miedo verlas”, concluye Antonio Merino, “el pasto ha crecido mucho y no lo limpian, a pesar de que el Ayuntamiento está haciendo mucho hincapié en ello”.
Afectados
A raíz de aquella tragedia, muchos de los propietarios que sufrieron desperfectos, algunos de los cuales llegaron a perder cuanto tenían, decidieron organizarse para solicitar permiso y reconstruir sus casas. En este sentido, Patricia Laing, portavoz de la asociación de afectados, ha destacado que a “la mayoría de los propietarios de viviendas en Mijas, cuyas casas fueron dañadas”, continúa Laing, “todavía no se les permite llevar a cabo reparaciones o reconstruir sus hogares”.
Laing recuerda las palabras que, por escrito, les han hecho llegar desde la Junta de Andalucía, las que dicen que “las viviendas dañadas por incendios forestales no se pueden reparar” en el caso de que se trate de viviendas “Asimiladas a Fuera de Ordenación” y “Fuera de Ordenación”. No obstante, Laing concluye diciendo que “todavía estamos esperando una respuesta de la Defensora del Pueblo”.
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