Al igual que quiere reflejar la viñeta que figura más abajo, no siempre hubo maquinaria que hiciera el trabajo pesado del hombre, también conocemos que el reciclaje de utensilios ya fue una práctica habitual en época anterior a la Edad del Bronce, hace la friolera de más de cuatro mil años.
Para aquellas personas, esta práctica venía a solucionar necesidades inmediatas, evitaban desplazamientos para obtener la materia prima a partir de utensilios abandonados por anteriores grupos de población, reciclándolos, en función a sus necesidades. Todo un ejemplo y lección de inteligencia.
Un robo de un material, normalmente público, descuadra los presupuestos recayendo el gasto en el bolsillo de los contribuyentesHoy, España puede presumir de ser líder, junto a Italia y Alemania, en materia de reciclado de metales. El pasado año, de los 13,6 millones de toneladas de chatarra que se produjeron, 11 millones fueron tratadas por nuestra industria siderúrgica.
Cada tonelada de acero que se recicla supone un ahorro de 1,5 toneladas de hierro, un 85% de agua, el 80% de la energía y un 85% de carbón.
Esto da una idea de la importancia que sigue teniendo hoy en día, como parte de la cadena del proceso del reciclado el noble oficio del chatarrero.
Solo en la provincia de Málaga, se contabilizan al menos 45 establecimientos dedicados al preciclaje, o pre reciclaje, como lo queramos denominar.
Es una actividad que contribuye positivamente a la actividad económica, laboral y medioambiental. Pero este sector en concreto tiene su lado perverso.
Conocemos numerosos casos, a un nivel que afecta a todo el territorio nacional, de tráfico de cable de cobre, tapas de alcantarilla, farolas, puertas de aluminio y cualquier elemento metálico susceptible de ser vendido para su reutilizado o reciclado a través de estos establecimientos.
Un robo de un material, normalmente público, que deja sin servicio a líneas de tren, sin energía eléctrica a urbanizaciones o provocan situaciones de verdadero peligro al faltar de la calzada la tapadera correspondiente y que, por supuesto, descuadra los presupuestos recayendo finalmente el gasto en el bolsillo de los contribuyentes.
Significativo es el caso recién ocurrido en Mijas, donde los ladrones ‘colocaron’ al chatarrero, con suma rapidez, el material robado en dos colegios públicos, y con mayor rapidez si cabe, el jefe de Mantenimiento de la concejalía de Educación del Ayuntamiento de Mijas recorrió las distintas chatarrerías existentes en el municipio hasta hallar el material sustraído, poner la denuncia y obtener una más que satisfactoria respuesta de la Guardia Civil, que hizo posible la devolución, en depósito, pero inmediata del material.
Se afanan los cuerpos de seguridad en controlar los libros de registro de entrada de material, pero siguen produciéndose disfunciones, tal vez en el ámbito legislativo-penal o judicial, que alimentan la ilícita actividad de compra de material robado, y que podríamos ampliar a otro tipo de establecimientos y sectores, como el de la joyería o las antigüedades…
Las chatarrerías (como se escribe en la propia palabra) deben seguir asumiendo las famosas tres “R”, como son Reducir, Reciclar y Reutilizar, pero huir por honestidad y temor a la justicia, de una cuarta, la receptación: comprar objetos robados.
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