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Miércoles 02/04/2025

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Una prueba de amor

Si me quisieras de verdad habrías puesto el piso a nombre de los dos. Si me quisieras de verdad habrías hecho lo que yo digo: habríamos tenido sexo de tal manera, habríamos ido donde yo decía.... Si me quisieras de verdad me llamarías más. Si me quisieras de verdad aguantarías mis enfados.

Si me quisieras de verdad habrías puesto el piso a nombre de los dos. Si me quisieras de verdad habrías hecho lo que yo digo: habríamos tenido sexo de tal manera, habríamos ido donde yo decía.... Si me quisieras de verdad me llamarías más. Si me quisieras de verdad aguantarías mis enfados.

Cuántas veces habrán escuchado –incluso dicho- en cualquiera de sus infinitas combinaciones: “si me quisiera de verdad habría hecho…”, “si me quisiera de verdad no habría hecho…”.

Detrás de  tan amplio abanico de posibilidades para poder demostrar el amor, se abre una serie de enigmas: ¿qué es querer de verdad? ¿Acceder a la prueba de amor garantiza que el otro quede satisfecho y creerá definitivamente que se le quiere?

Amor no es sometimiento, ni dictadura, ni reproche, ni chantaje, ni posesión. Tampoco es amor pedirle al otro cosas, que dan más bien cuenta de una falta de educación y ética.

Lo que para uno es una muestra de amor, para otro no lo es. “Hasta en las parejas más unidas, cada uno tiene una interpretación propia, un sentido distinto de la relación”.

Pero más interesante que la propia prueba de amor, o su respuesta, es la causa. ¿Por qué alguien tendría que hacer pruebas de amor? Habría que remitirse a cada caso.

Así podría ser por maldad, para conseguir del otro cualquier cosa. Por inseguridad proveniente de una relación basada en la falta de respeto. Porque se arrastran padecimientos de la propia historia personal. Por el desamparo que crea el propio amor: el amor crea la ilusión de que siendo dos, es posible ser uno solo, y eso sería la completud.

Entonces cuando uno siente un atisbo de descompletud cree que es porque el otro no le quiere de verdad. Esta es una vicisitud con la que tiene que lidiar cada uno, para que la relación se consolide.

Es muy común ver en la clínica parejas que realmente se quieren, pero que dan señales de sufrimiento porque uno de los miembros reclama constantemente pruebas de amor. Las relaciones pueden vivirse de otra manera.

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