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Sábado 23/11/2024

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El árbol del pan, una historia para la historia

El árbol del pan, cuyo nombre científico es “Artocarpus altilis”, pertenece a la familia de las moráceas, cuyo origen se halla en las remotas islas del Pacífico.

El árbol del pan, cuyo nombre científico es “Artocarpus altilis”, pertenece a la familia de las moráceas, cuyo origen se halla en las remotas islas del Pacífico. El árbol del pan, o frutipán, como también lo conocemos, es de gran belleza, su porte puede alcanzar los 20 metros de altura. Ostenta grandes hojas de color verde intenso con una copa muy tupida pero, sin duda, son sus frutos lo que ha hecho de este árbol una especie única.

Los frutos tienen formas redondeadas, su tamaño es considerable pudiendo llegar a pesar más de dos kilos. El árbol del pan los produce en grandes cantidades. Lo más significativo de estos frutos es que son muy nutritivos: ricos en carbohidratos, proteínas, fibra, siendo una buena fuente de vitaminas y minerales. Con estas propiedades alimenticias no es de extrañar que la especie recibiera ese nombre.

De hecho, desde el punto de vista etimológico, el nombre científico “Artocarpus”, proviene de las palabras griegas “artos” (pan) y “karpos” (fruto), refiriéndose a su fruto comestible.

Los europeos no conocieron su existencia hasta finales del siglo XVII. En esta época, un capitán inglés llamado William Dampier, que también actuaba como corsario, traía de cabeza a las colonias españolas en América abordando barcos y asaltando ciudades tanto en el Caribe como en el Pacífico.

Además de un corsario, Dampier era un magnifico escritor y un gran naturalista. En sus andanzas por el Pacífico obtenía detalladas notas acerca de la flora, la fauna o los nativos.

A su regreso a Inglaterra, en 1697, publicó un libro a partir de sus diarios que obtuvo un asombroso éxito. En ese libro se aludía por primera vez el árbol del pan.

Joseph Banks, que llegaría a ser director de los Kew Gardens y presidente de la Royal Society, fue un rico aristócrata  que tenía una gran pasión por la botánica. En 1768 se embarcó en el HMS Endeavour, para intervenir en una expedición científica al Pacífico Sur. El comandante de la nave era nada más y nada menos que el célebre capitán James Cook.

La expedición recaló en lugares como Brasil, Nueva Zelanda, Australia o Tahití. A lo largo del viaje Banks acumuló y describió cantidad de especies y tuvo conocimiento del árbol del pan. Esta especie provocó la admiración de los científicos de la expedición, tanto  que a su retorno a Inglaterra no vacilaron en calificarla como “el vegetal más útil de la tierra”.

A finales del siglo XVIII, en las inmensas plantaciones coloniales de América, existían varios millones de esclavos que eran utilizados como mano de obra.

La gran capacidad productiva y nutritiva del árbol del pan y de su fruto originó que varios personajes británicos, entre los que se hallaba Joseph Banks, albergaran la idea de introducir y aclimatar ejemplares de esta especie desde el Pacífico al Caribe, con el fin de suministrar un alimento barato y de fácil cultivo a los esclavos antillanos.

Fue el propio Banks, ya como presidente de la Royal Society, quien decretó la puesta en marcha de una expedición cuya tarea era recolectar ejemplares del árbol del pan y trasladarlos a las Antillas, para su posterior cultivo.

De esta manera, en 1787 levó anclas de Inglaterra el HMS Bounty con la misión de tomar rumbo a Tahití para recolectar ejemplares del árbol del pan y trasladarlos a las Antillas. El mando de la expedición le fue encomendado a William Bligh, que había servido al mando del capitán Cook en su último viaje.

El viaje de ida fue funesto y se retrasó varios meses. Esto ocasionó que cuando llegaron a Tahití no fuera la época idónea para trasplantar los brotes del árbol del pan. Así, pasaron varios meses en la isla, durante los cuales buena parte de la marinería simpatizó con los indígenas locales, llegando varios de los marineros, entre ellos el primer oficial, Fletcher Christian, a casarse con mujeres tahitianas.

Finalmente, el Bounty partió el 4 de abril de 1789 con más de 1000 estacas de árbol del pan rumbo al Caribe. Tres semanas más tarde, parte de la tripulación se sublevó, lanzaron todos los ejemplares de árbol del pan por la borda en señal de desobediencia y embarcaron al capitán Bligh y algunos marineros fieles en un bote con exiguas provisiones y sin apenas instrumentos de navegación.

Los amotinados, capitaneados por Christian, regresaron a Tahití y posteriormente se cobijaron en la escondida isla de Pitcairn, donde incendiaron el Bounty. No fueron descubiertos hasta 1808, cuando ya Christian había muerto. En esa isla todavía viven hoy descendientes de los amotinados del Bounty y de sus mujeres tahitianas.

En una de las mayores gestas náuticas de la historia, pasando toda clase de desgracias incluido el ataque de unos nativos, Bligh logró llevar su bote hasta Timor, a más de 6.000 km de distancia, desde donde zarpo de vuelta a Inglaterra.

En 1790 Bligh fue absuelto de toda culpa en el motín y poco después fue nombrado capitán del HMS Providence, a bordo del cual comenzó un segundo viaje a Tahití para recolectar nuevos ejemplares del árbol del pan. Esta expedición fue un triunfo y a principios de 1793 alcanzaron  la isla de San Vicente, y Jamaica, los primeros árboles del pan.

William Bligh falleció  a los 64 años, en 1817. Sobre su sepulcro se erige una escultura culminada con la forma del fruto del árbol del pan. El epitafio sobre su tumba reza así: “En memoria de William Bligh, célebre navegante que trasplantó por primera vez el árbol del pan desde Tahití a las indias occidentales”.

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