Hay fines de semana en los que uno apaga la luz de la rutina para encender la de la magia. Y este que acabamos de vivir en Mijas Pueblo, del viernes 4 al domingo 6 de julio, ha sido un ejemplo perfecto de ello. Por segundo año consecutivo, el ‘Mijas con alma a la luz de las velas’ transformó el casco histórico en un escenario de cuento, demostrando que la iniciativa no solo tiene alma, sino que ha echado raíces en el calendario de eventos de nuestra ciudad.

Más de 15.000 puntos de luz guiaron los pasos de cientos de vecinos y visitantes a través de calles y plazas, desde la avenida de Méjico hasta el paseo de La Muralla. Allí, y en la plaza de la Constitución, un mercado de temática medieval con más de 40 puestos ofreció sus productos y se llenó de talleres y juegos para los más pequeños. Hasta se instaló un árbol de los deseos frente a la iglesia de la Inmaculada Concepción.

 

Desde el equipo de gobierno, el balance no puede ser más positivo. La gran afluencia de público durante las tres jornadas confirmó el acierto de la propuesta, que este año incluía novedades para mantener el interés. "Mijas está completamente llena y estoy muy contenta, la gente está muy feliz y se le ve que está disfrutando", afirmó la concejala de Vía Pública, Melisa Ceballos (PP), durante la velada del sábado, destacando una de las nuevas incorporaciones ya que "se están realizando espectáculos de fuego, que es una novedad también este año y lo cierto es que la gente está muy contenta e impaciente por seguir viendo lo que hemos preparado para ellos". Además, la munícipe destacó la importancia de la cita para dinamizar la actividad local y poner en valor los negocios de la zona.

Un verano de propuestas

El evento sirvió, además, para dar el pistoletazo de salida a la temporada de conciertos estivales en el Auditorio Municipal Miguel González Berral. "Empezamos la temporada de conciertos y ya prácticamente cada viernes o sábado, todos los fines de semana, va a haber conciertos en el auditorio de toda índole", explicó el concejal de Turismo, Francisco Jerez (Vox), adelantando que la programación incluirá "jazz, blues, flamenco y música celta".

 

Así el cartel de actuaciones fue un viaje musical que arrancó el viernes con un tributo a Pink Floyd, siguió el sábado con los ritmos caribeños de 'Una noche en la Habana' y cerró el domingo con la nostalgia y los falsetes de los Bee Gees. Un menú variado que atrajo a un público de lo más diverso. "Me encanta la música cubana, la salsa, la bachata, todo y bailo mucho. También vine a ver el tributo de Pink Floyd y lo pasé fabuloso", reconoció María del Carmen Cuesta, declarando que había hecho doblete. Y seguro que el domingo también se pasó por allí. 

 

Otros, como Hermane Rijks, acudieron movidos por la memoria: "Tengo mis añitos y recuerdo esta música de cuando era niño. Mi padre, cuando yo tenía tres años o algo, vino a casa con un disco de los Bee Gees que eran de los pocos que tenía, así que lo he escuchado un millón de veces", aseguró entusiasmado.

La voz del público

Pero, como siempre, el termómetro más fiable para medir el éxito de una iniciativa es la opinión de la gente. Y el veredicto fue unánime. Así, a visitantes como Antonio, llegado desde Córdoba, y Juan Guzmán, que subió desde Benalmádena, les pareció que todo estaba “precioso” y “muy, muy, muy bonito”. 

Una opinión que compartieron Pepe Jiménez, quien calificó el ambiente de “espectacular”, y el grupo de María José Farfán y José Sepúlveda, que aseguraban que si bien el pueblo siempre es una maravilla, en esta ocasión estaba “especialmente bonito”. Los hermanos Blanca y Juanjo Marín Cortés, que han repetido la visita este año, notaron incluso las mejoras, destacando ella que “este año hay más luces” y él que había “puestos diferentes”. 

 

Un sentir que resumió a la perfección la vecina Tania Fernández: "A mí me encanta, si se hiciera varios meses al año, me encantaría, la verdad, porque le da mucha magia al pueblo", comentó junto a Sergio Vásquez, a quien también le fascinó el “ambiente por la noche”. 

Por su parte, la familia formada por Anaís, Isabel Burgos y José Moreno, mientras disfrutaba de la oferta gastronómica, apuntó con humor la dificultad de inmortalizar la escena porque “de noche el móvil no lo va a captar bien”. 

 

Finalmente, el ‘árbol de los deseos’ recogió anhelos de todo tipo: si Paula Caballero pidió “la paz mundial”, su amiga Eva Benítez tuvo una petición más realista: “Que nos toque a todas las amigas del grupo estar en la misma clase en el próximo curso”.

Y así, entre el crepitar de las velas, el bullicio del mercado y los acordes de la música, la localidad cerró un fin de semana que confirma que 'Mijas con Alma' ha venido para quedarse. Una excusa perfecta para redescubrir la belleza de nuestro pueblo bajo una luz mucho más íntima, mucho más cálida y mucho más nuestra.