2.375 hectáreas quemadas, o, lo que es lo mismo, 3.326 campos de fútbol como el Santiago Bernabéu.El 20% del término municipal de Mijas está pintado de negro, un color inmensamente triste para una tierra llena de luz y color.
El paisaje que ha dejado a su paso el incendio declarado el jueves 30 de agosto es desolador: una víctima mortal, heridos, decenas de casas calcinadas, flora y animales abrasados por las llamas y un sinfín de sueños rotos que ahora duermen para siempre en las cenizas de algo que nunca debió pasar.
Mijas, Coín, Marbella, Ojén, Monda y Alhaurín el Grande han sido estos días fiel reflejo de la crueldad del fuego, que ha devorado 8.200 hectáreas sin piedad, entre las que se encuentran las 32 de alcornocales mijeños, preciado tesoro moribundo. Una desgracia en toda regla que nos invita a plantear cinco reflexiones básicas.
1) Las causas del incendio aún están en fase de investigación pero, con toda probabilidad, ha sido provocado por el ser humano. Los investigadores dirán si detrás del fuego, originado en Barranco Blanco (Coín), está la negligencia o la mala fe.
El funesto 30 de agosto teníamos terral, fuerte viento y baja humedad, son tres ingredientes que invitan al fuego, pero pocos dudan de que la mano del hombre es la causante de este siniestro.
Las llamas, pues, tuvieron un anfitrión de carne y hueso. La estadística, además, deja poco margen para las especulaciones, ya que está demostrado que el 95% de los incendios son provocados.
2) Otra reflexión nos lleva a valorar y a sentirnos orgullosos de la capacidad de reacción de todos los profesionales que participaron en las labores de extinción y salvamento.
Las diferentes instituciones y organizaciones sumaron sus esfuerzos y evitaron males mayores. Eso sí, siempre hay margen para mejorar y, tras la extinción del fuego, toca sentarse a una mesa y evaluar en qué se acertó y en qué se falló. Mucho se hizo bien, pero no todo.
3) Tampoco podemos olvidar dos labores de recuperación fundamentales que tenemos por delante. Muchas familias lo han perdido todo y necesitan apoyo, especialmente compleja es la situación de aquellos que tenían casas irregulares, y es que se plantea el serio problema de cómo concederles una licencia para arreglar los desperfectos.
La otra recuperación pendiente es la medioambiental, que se verá empujada por la fuerza de la vegetación mediterránea, que se regenera con bastante facilidad.
4) Por otra parte, debemos plantear qué hacer para que la cifra de incendios descienda. Este año, en España, han fallecido nueve personas y han ardido 150.000 hectáreas, cifras descomunales que sitúan el de 2012 como el peor verano de la última década.
Si a esto sumamos que solo se detiene a una decena de personas por cada 20.000 incendios, vemos que nos enfrentamos a una situación que reclama más atención de la que se le presta.
Se percibe cierta sensación de impunidad entre los pirómanos y entre los irresponsables y despistados que no valoran el monte como se merece.
Las administraciones deben dejar al margen de los recortes todo lo relacionado con la prevención y extinción de incendios y han de dotar la masa forestal de una mayor vigilancia, que disuada a los ‘aficionados’ a usar el mechero en cualquier sitio.
Otras medidas pueden ir encaminadas a fortalecer la educación ambiental de la población, a recuperar actividades como el pastoreo o a probar iniciativas tan novedosas como los cipreses ignífugos. En el terreno judicial, parece necesario invertir en más medios técnicos y humanos que refuercen los departamentos de investigación, que se ven incapaces de abordar tanto desastre.
5) Por último, en Mijas Comunicación SA, mantendremos la línea de servicio público que venimos siguiendo ante situaciones de emergencia como la vivida en Mijas con motivo del incendio.
Una vez más, Radio Mijas, Mijas 3.40, Mijas Semanal y nuestros medios digitales, sirvieron de canal de comunicación con los ciudadanos para mantenerlos informados de todo y solventar sus dudas.
Por este trabajo, han sido muchas las felicitaciones que nos han llegado y que agradecemos enormemente.
El fuego, pues, reclama nuestra unidad, la fortaleza de los servicios públicos que plantaron cara a las llamas y mayores dosis de educación ambiental. Prevenir y extinguir los incendios con más determinación está en nuestras manos.
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