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Viernes 26/04/2024

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Un bando del alcalde Salvador Jiménez ya prohibía en 1957 tirar basuras en las calles

La ordenanza municipal demuestra que existen los mismos problemas 55 años después

Desde la década de los cincuenta, la sociedad ha avanzado mucho. Pero no en todos los aspectos. Desde los primeros pasos del desarrollismo hasta nuestros días, se ha dado un salto exponencial en tecnología, formación, cultura, bienestar... pero no parece que el salto haya sido de igual calibre en otros aspectos, como el civismo, el respeto a lo público y al resto de vecinos de Mijas.

Un hecho fácilmente constatable con la simple lectura de un bando promulgado en octubre de 1957 por el que fuera alcalde de Mijas, Salvador Jiménez Leiva, y que bien podría haber sido firmado por el actual regidor, Ángel Nozal, salvando la distancia de  los años. Tan sólo 55. Se da la circunstancia que Salvador Jiménez Leiva tomó posesión como alcalde de Mijas el 21 de octubre de aquel año, luego el bando fue el primero que dictó bajo su mandato, que expiró el 27 de julio de 1963.

Mientras que en octubre de 1957 la extinta Unión Soviética lanzó al espacio el Sputnik, el entonces alcalde de Mijas se vio en la obligación de promulgar un bando habida cuenta algunas situaciones que se observaban como incívicas. Más de 50 años después, en pleno 2012, cuando el hombre ha sido capaz de enviar ingenios a Marte de los que recibir estudios científicos y fotografías en alta resolución del planeta rojo, esas circunstancias siguen siendo igualmente incívicas.

Aquel bando prohibía “arrojar basuras en la vía pública” – de la misma forma que ahora el Ayuntamiento y su equipo de gobierno trata de concienciar a los ciudadanos de que las bolsas de basuras  hay que depositarlas dentro del contenedor. Igualmente prohibía “verter escombros” en los alrededores del pueblo. Precisamente, el equipo de gobierno que preside en la actualidad Ángel Nozal ha emprendido una lucha sin cuartel para evitar que los campos, cunetas y caminos rurales del municipio se conviertan en un vertedero, habida cuenta la actitud asocial de unos pocos.

En 1957 en las calles de Mijas no abundaban los coches, sino las caballerías, ya que por aquella década el municipio era eminentemente  rural y sólo empezaba a asomarse al mundo turístico. Tal es así, que el bando promulgado por el que fuera alcalde Salvador Jiménez Leiva advertía en su bando de la  prohibición de “atar caballerías en rejas o ventanas y la circulación de las mismas sin ser llevadas del ronzal por una persona mayor”, circunstancia que es lo más parecida a la regulación actual del tráfico. También, aquel bando vetaba la posibilidad de tener “animales domésticos en la vía pública”, de igual modo que las ordenanzas actuales prohíben que las mascotas deambulen sueltas.

Uno de los principios que ahora y siempre deben regir en la sociedad es el que asegura que quien ensucia, limpia. Ahora, el alcalde Ángel Nozal está tratando de convencer a todos los ciudadanos de la importancia de la limpieza ciudadana y de la necesidad de que las bolsas de basura orgánica se depositen en el interior de los contenedores. En 1957 no existían contenedores de basuras orgánicas, ni de carga trasera ni lateral. Tampoco los había de reciclado.

Pero el entonces alcalde también defendía la máxima de quien ensucia debe limpiar. Así, se desautorizaba “los depósitos de estiércol” en los caminos de acceso a Mijas y se obligaba a los vecinos a transportar el estiércol desde las casas al campo “hasta las 10 de la mañana en invierno y hasta las 9 en verano”. Ahora, la basura orgánica – la que huele por la descomposición, como el abono orgánico agrícola -  hay que depositarla en el contenedor correspondiente entre las 9 y las 12 de la noche.

En los últimos meses, el mobiliario público de Mijas está siendo objeto de actos vandálicos cometidos por gamberros cuya única forma de diversión es el destrozo de farolas, arquetas, parques infantiles, jardines.... Una circunstancia que en 1957 ya se advertía como posible y que el alcalde Salvador Jiménez señalaba en su primer bando, por el que “bajo ningún concepto se permitirá cualquier acto de gamberrismo, del que afortunadamente estamos libres en nuestro pueblo, aunque se previene ante la posibilidad de que pueda ocurrir, que será castigado con el mayor rigor”.

Las preocupaciones del regidor de entonces y el de ahora parecen absolutamente similares. Tanto que el bando de la década de los cincuenta señalaba en su exposición de motivos que “se ha convertido en tema de conversación general” el hecho de que “mientras otros pueblos prosperan, el nuestro declina”, circunstancia que Salvador Jiménez Leiva justificaba en que si “otros pueblos han alcanzado en los últimos años el extraordinario auge que maravilla a propios y extraños” ha sido porque “sus vecinos han colaborado secundando el esfuerzo de las autoridades. Todos podemos hacer algo, por poco que parezca, en beneficio del pueblo”.

En el año 2012, el alcalde Ángel Nozal no para de pedir a todos los vecinos conciencia cívica y social para que Mijas alcance la excelencia como destino turístico en materia de limpieza y de sostenibilidad ambiental, con el objetivo de que el municipio se convierta en la auténtica joya de la Costa del Sol.

La sociedad de Mijas, en estos primeros compases del siglo XXI, es bien distinta a la de la década de los cincuenta. Pero muchos de los problemas siguen siendo los mismos.

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