La iglesia de la Inmaculada de Mijas Pueblo celebró ayer por la tarde una misa oficiada por el párroco Francisco Villasclaras en honor a San Blas de Sebaste, que salvó la vida de un niño que se ahogaba al clavarse una espina en su garganta, dándole de comer una rosquilla. Hasta el templo, se acercaron algunas vecinas, preparadas para que sus roscas fueran bendecidas por el sacerdote, cumpliendo así con toda una tradición en Mijas. 

Este año, de nuevo a causa del Covid, nos quedamos sin fiesta en San Antón, la tradición quedó reducida a un sencillo acto. “En Osunillas, hay un santo, San Antón, en una ermita muy bonita y todos los años hay baile, cante, y llevamos las rosquillas, y hacemos un chocolate”, nos cuenta esta vecina de Mijas, Teresa Nuñez. De ahí viene el refrán, por San Blas rosquillas comerás y la garganta sanaras.

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