Marina Prieto/Datos: B.Martín. “¿Que cuándo empecé a ser espartero? Esto lo llevo haciendo toda la vida. Desde que era chiquitillo y no podía tirar del esparto”, responde riendo Francisco Moreno. A sus 84 años, además de ser mijeño orgulloso, es todo un maestro en lo suyo. Tanto, que ahora sigue disfrutando de la que fue su profesión, pero de otra forma, ya que enseña su técnica de punto de esparto, de manera altruista, a las nuevas generaciones de artesanos que vienen hasta el municipio a sabiendas de que Francisco sigue trabajando el material con mucha maña y disciplina.
Lourdes Bueno es una de ellas. Desde hace un tiempo, cada semana, se traslada a Mijas desde Frigiliana para formarse junto a Francisco. “Yo suelo trabajar otro punto y vengo hasta aquí porque quiero aprender a hacer las cabezas de animales de esparto tan curiosas que hace él. He visto un montón por toda esta zona, pero como las hace él no las hace nadie. Es único”, explica bajo la atenta mirada de este octogenario mijeño. “Es muy buena alumna, aprende muy rápido. Ya mismo me coge y sabe más que yo”, comenta él.
Juntos pasan horas trenzando, cosiendo y creando nuevos objetos. A lo largo de su vida, cuenta Francisco, ha hecho de todo, desde las típicas figuritas de burritos hasta envases para pata de jamones. “Con más de 80 años… Dime tú por qué cosas no habré pasado. No sé decir qué no he hecho. Sombreros, cestas, cerón para el burro, espuertas, redondeles, orones para echar el trigo, semillas y las habas... En cuestión de esparto he hecho de todo. No he dejado nada atrás”, recuerda el hombre. “Ahora, vamos a hacer un burrito, un toro y un carnero con el material y después lo decoramos”, añade Lourdes.
Entre ellos mismos hablan de que este oficio es un trabajo muy “sacrificado”, pero “gratificante” y señalan que, sobre todo, es atípico entre la gente joven. Un hecho que ambos lamentan. “Es una pena que hoy en día quede poca gente que se interese por las tradiciones y luchen para que no se pierda la tradición del esparto. A mí me encanta, sobre todo, la cestería. Me enseñó otro espartero en mi pueblo y yo le voy dando mi toque”, comenta Lourdes, mientras le cuenta a Francisco que en su taller, El Rincón del Esparto, ubicado en Frigiliana, tiene desde pendientes, bolsos, tocados, collares. “Me gusta innovar y mezclar la tradición con el día a día”, concluye la joven artesana.
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