Desde el viernes 2, por primera vez, sus paredes exhibirán una selección de obras de este pintor británico procedentes de colecciones privadas. Se trata de un homenaje póstumo que le brindan sus amigos y que podrá visitarse hasta el próximo día 7
Probablemente será la primera vez que algunos de sus vecinos y conocidos puedan admirar parte de sus creaciones y conocer esa faceta artística que le encumbró como uno de los referentes del ‘realismo mágico’.
Don Clarke (1932-2012) nació en Birmigham, pero el destino hizo que encontrara en Mijas (hace casi 40 años) su hogar, un lugar del que decía estar “completamente enamorado”, sobre todo, por sus gentes y por mantener ese encanto de pueblo que tanto le fascinaba.
Y es que en Mijas, a diferencia de en países como Holanda o su Inglaterra natal donde era toda una celebridad como artista, lo que ha cosechado en ese tiempo han sido buenas amistades.
Todos los que han tenido la suerte de conocerle, le apreciaban por su persona. Para muchos, el mayor ‘don’ de Clarke, además de su gran sensibilidad y habilidad con la pintura, era sin duda su sencillez y humanidad. En el pueblo, era uno más.
Un entrañable homenaje
Por este motivo, sus amigos han querido rendirle un pequeño homenaje, organizando una exposición en la Casa Museo, que podrá visitarse del 2 al 7 de marzo.
La finalidad no es otra que recordarle y brindar la posibilidad al pueblo de poder ver cuadros de su firma que pertenecen a colecciones privadas o a su familia, pues nunca llegó a exponer en el municipio; toda su producción era exportada a otros países.
Quienes acudan a la Casa Museo estos días también tendrán la oportunidad de ojear un álbum con fotografías y otros recuerdos en el que se da un repaso a algunos de los capítulos de su vida, desde su infancia y juventud a la madurez.
En la selección de instantáneas se le puede ver, por ejemplo, con otros artistas afincados en Mijas. Con algunos de ellos compartió durante años desayuno en el bar La Bóveda (su dueño, Cristóbal, fue en el primer amigo que hizo en el pueblo), donde solían reunirse Mary Eisman, Paffard Keatinge-Clay, Jan Volz, Michèle Lehmann...
Sus allegados recuerdan cómo acudía con su moto a la cita que llegó a convertirse en un ritual en el que no podía faltar su pan tostado con aceite y ajo, acompañado de un café y anís dulce y seco. Tenía hasta un ‘espacio reservado’ en este establecimiento.
Sus pasiones
Clarke era un hombre muy familiar. Su viuda, Nieves Cabello, cuenta que su relación con su hija Sarah era extraordinaria y que, curiosamente, en sus exposiciones se dedicaba más a ‘presumir’ de su familia en vez de utilizarlas para promocionarse, algo que formaba parte de su generosa personalidad porque, apunta, “era un hombre sin dobleces, transparente”.
Precisamente ese carácter abierto y sincero de Don ha “dejado huella” en muchas personas que están enviando a la familia sus condolencias desde diversos puntos del planeta.
Su hija Sarah, por su parte, destaca el buen humor que siempre tenía su padre, “en casa eran bromas continuas” y asegura que hasta que no le acompañó hace dos años a Holanda a la exposición en la que se presentó su biografía (‘Memorias de un pintor británico), publicada por la Galería Utrecht, “no sabía hasta qué punto mi padre era conocido y admirado”.
Otras de sus pasiones eran el aeromodelismo (llegó a ser secretario del Club Fuengirola) y los insectos, en especial, las mariposas y las aves, pues era un hombre que se sentía muy cerca de la naturaleza.
El pintor
Hijo de un irlandés aficionado a la pintura y una escocesa amante de la escultura, no podía ser de otra manera, Clarke despuntó pronto como artista. En Italia el restaurador Mario Montini le enseñó todos sus secretos, después inició su carrera en Inglaterra como artista comercial.
Ya en Mijas, trabajó con diferentes galerías y recibió reconocimientos como el I Premio Nacional de Pintura en Pequeño Formato que le otorgó la galería Arboreda (El Ferrol) en 1979. También fue el encargado de realizar una obra en homenaje a El Bosco, en su pueblo natal en 1985, una de sus preferidas.
En los últimos 15 años, el pintor ha sido fiel a la galería holandesa Utrecht donde ha realizado multitud de exposiciones. Su amigo y artista, Fred Breebaart, fue quien les puso en contacto.
Don era un apasionado de su oficio. Como recalcan sus seres queridos, siempre comentaba que tenía que morir pintando, algo que prácticamente ha conseguido.
Era tal su amor por la pintura que otro de sus amigos, Carlos Berenjeno, cuenta como anécdota que una vez le preguntó ¿qué harías si te tocara la lotería?, esperando que le contestara que entonces quien quisiera un cuadro suyo lo iba a pagar porque no tendría necesidad del dinero, pero su respuesta fue “yo regalaría mis cuadros y pintaría para las personas que conozco”.
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