Queda lejos cuando en la España saliente de la posguerra, en los colegios, se paseaba una hucha de barro con la carita silueteada de un niño, donde los propios alumnos depositaban algunas monedas que la noche anterior habían requerido de sus padres, se suponía que para paliar las necesidades de la infancia en  otro país: “¡es para los chinitos!”

No es que en aquella época atáramos los perros con longaniza, pero evolutiva y cualitativamente, hoy las tornas han cambiado, y es aquí, sin ir más lejos, donde encontramos otra estadística escalofriante muy vinculada a la del desempleo: uno de cada cuatro niños españoles viven en hogares con ingresos por debajo del umbral de pobreza.

Dos millones en total, son cifras que nos sitúa entre las naciones de nuestro entorno geográfico y económico con más altos índices de pobreza infantil y que nos llevan a pensar en las nefastas consecuencias que este problema puede acarrear en un futuro inmediato si pensamos en carencias alimentarias y educacionales. No hablemos de emocionales y de calidad de vida de quienes están llamados a ser el relevo generacional.

Estos datos se ceban especialmente en grupos vulnerables, como las familias desempleadas o monoparentales.

UNICEF, ese organismo que se nos antoja dedicado a estudiar problemas y atender carencias en países lejanos, integra también en nuestra nación una unidad de derechos de la Infancia, y lleva cierto tiempo trabajando en algo que apenas reparamos.

En este contexto, es más necesario que nunca una apuesta por un modelo social que apoye a las familias y a los hijos, para garantizar su bienestar actual y desarrollo futuroLos  niños que viven en hogares técnicamente pobres, no pueden pagar con carencias la crisis que nos toca vivir, que a día de hoy sabemos no ha sido ocasionada precisamente por los trabajadores, asalariados o autónomos, ni por las pequeñas empresas…

En este contexto, es más necesario que nunca una apuesta por un modelo social que apoye a las familias y a los hijos, por garantizar su bienestar actual y desarrollo futuro.

El Plan Nacional contra la Pobreza Infantil,  diseñado por UNICEF, es una herramienta que pretende rebajar la cifra de los dos millones de niños en peligro de no recibir una educación y crecimiento adecuados, más que por nuestro sistema educativo por el entorno y circunstancias del hogar donde viven.

La universalización de la educación gratuita y de calidad a los niños de 0 a 3 años; favorecer el empleo de las personas con niños a su cargo; revisar el modelo de impuestos y desgravaciones a las familias, son algunas de las propuestas contenidas en dicho plan.

Las elecciones nacionales del 20 de noviembre, coinciden con la celebración del Día Internacional del Niño, y con un complejo escenario nacional e internacional, tanto económico como social. Cabe esperar sea tenido en cuenta este crucial problema en los programas electorales de los partidos políticos.

Sigue fijada a la fachada principal del Ayuntamiento de Mijas una placa que no pierde vigencia, sino que la reafirma: “Ningún esfuerzo que tenga por finalidad el mundo de la infancia ha de ser escatimado. Lograr la felicidad y la paz de los niños, así como su crecimiento armónico, es la mejor de las recompensas que podemos alcanzar los adultos. 11.02.93 – Sofía, Reina de España”.

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