Lo que para los adultos son a veces tonterías de adolescentes, para ellos son cuestiones de vital importancia. Cada vez son más los jóvenes que empiezan a ‘tontear’ con la comida y acaban sufriendo, en muchas ocasiones en silencio, un severo trastorno alimenticio. Ya sea anorexia, bulimia o un trastorno por atracones, cada vez más en auge. ¿Pero de quién es la culpa? Probablemente de la sociedad en general, de la publicidad engañosa, del estrés de vida que llevamos, de la cultura de la imagen... Pero como dicen los expertos: “los padres deben dedicar tiempo a escuchar las tonterías de sus hijos. Porque son sus tonterías”, opina el psiquiatra especialista en trastornos de la conducta alimentaria y director médico del Centro de Prevención y Tratamiento de la Anorexia y la Bulimia ABB, Enrique Armengou. El trabajo preventivo por parte de la familia, el centro educativo, los especialistas y el entorno “es fundamental”, insiste el doctor, Y, aunque parece que los adolescentes no nos expresan sus miedos, “la comida es el altavoz con el que hablan. Los chicos viven con estrés situaciones difíciles y no saben expresarlo. Por eso, a veces, la comida les calma”.
“Muchas veces surgen los problemas porque no ha habido una buena comunicación en la familia”, opina en la misma línea el director de la Fundación ABB, Diego Solano. “Pasamos [los padres] mucho tiempo fuera de casa. Cada vez hay más presión social, parece que tenemos que ser perfectos en todo”, apunta Maruxela Moreno, psicóloga del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Mijas. “Y todo eso hace que los jóvenes, más vulnerables emocionalmente por estar en una edad de cambios, no sepan cómo afrontarlo, y se dejan guiar por las opiniones de sus iguales”, opina Moreno. Si su hijo tiene pérdidas de peso bruscas, miente sobre la comida, está disconforme con su físico, tiene alteraciones constantes de humor o de gustos, cambia mucho de amigos... préstele atención; detrás puede haber una falta de autoestima importante.
Casos reales
“Yo tengo dos hijos, de 13 y 15 años, los dos con trastornos alimenticios. En un caso me di cuenta del problema porque engordó 11 kilos en 6 meses, pero en el otro, nunca sospeché nada. Los padres tenemos que aprender a entender a nuestros hijos. Cuando crecen, un día te das cuenta de que se te escapan de las manos y que toman sus propias decisiones”, explica Joseba Ruiz, uno de los padres que participó el año pasado en el Programa de Prevención de los Trastornos Alimentarios, que lleva a cabo el Ayuntamiento de Mijas en los institutos del municipio, en coordinación con ABB.
Y hablamos con Vanesa Sánchez, una de las menores incluidas en la llamada ‘población de riesgo’. El curso pasado se detectó a tiempo que podía estar empezando a tener un problema y, tras pasar por el plan, hoy asegura “sentirse más libre”. “Cuando tuvimos que subirnos a la báscula, incluso pedí ir al baño para reflexionar y enfrentarme a ello”, recuerda. “Cuando estaba triste o insegura, a veces comía mucho, o dejaba de comer. No era consciente de lo que me pasaba. Ahora he aprendido a valorarme y, así, los demás me valoran más”, asegura ella, un ejemplo de la relevancia del trabajo de prevención.
Arranca con novedades el Programa de Prevención de los Trastornos Alimenticios
A cerca de 600 estudiantes se dirigió el año pasado el Programa de Prevención de Trastornos Alimentarios que desarrolla el Ayuntamiento de Mijas en colaboración con la Fundación ABB. Del total de participantes, 46 chicos formaban parte de la población en riesgo, “pero solo pudimos trabajar con 18 familias, porque el resto no respondió a nuestra llamada”, explica la concejala de Servicios Sociales de Mijas, Mari Carmen Carmona (C’s), quien valora la importancia del trabajo preventivo en este tipo de trastornos.
Y porque cada vez son más los jóvenes, y en edades más tempranas, los que padecen esta problemática, este año el programa amplía su abanico. “Nos vamos a dirigir también a 5º de Primaria. Con ellos vamos a desarrollar el programa ‘Niños en movimiento’ con pautas fundamentales para corregir conductas”, explica el director de la Fundación ABB, Diego Solano. “No hay en España ningún sitio donde se desarrolle un programa tan amplio como el nuestro”, añade Carmona. Así, la psicóloga del área, Maruxela Moreno, insiste en la importancia de la implicación de las familias y de los centros educativos “que nos abren las puertas”. “A estas edades es complicado detectar un trastorno, por eso la colaboración entre los centros, la familia y los expertos es muy buena”, añade el orientador del IES Vega de Mijas, Felipe Rodríguez.
“El programa nos ha servido para estar en alerta constante. A prestar más atención a cuestiones de nuestros hijos que antes no veíamos importantes”, opina Fabián Sánchez, otro padre participante. Y es que “la sociedad hoy en día nos impone estar pendientes de tantas cosas, que a veces no somos capaces de detectar un problema”, asegura Moreno. “Es difícil ser adolescentes, pero más aún, ser padre de adolescente”, dice Armengou. En el trabajo en equipo, sin duda, está la clave.
Comparte esta noticia desde el siguiente enlace: https://mijascom.com/?a=11453