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19/05/2024

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Vladimir Maiakovski

Conversamos hoy con el poeta ruso nacido en 1893. Valiente, ingenioso, brillante polemista, talentoso pintor y artista de cine.

Conversamos hoy con el poeta ruso nacido en 1893. Valiente, ingenioso, brillante polemista, talentoso pintor y artista de cine. Después de una vida de lucha y sacrificio, sus laureles sociales parece ser que no le acompañaron en lo personal. Víctima de un amor imposible, y sintiéndose derrotado y abandonado, a los 36 años se disparó un revólver directamente al corazón.

-Vladimir, muchos creen que poner punto y final a una relación personal o laboral, puede ser una derrota. Usted sin embargo dijo en un poema que no hace falta hacerse daño para dejar una relación, ¿puede repetirnos esas palabras?

Hoy, sentado estoy, y tengo el corazón aprisionado. Pasarán los días, y tal vez, me echarás, insultándome. No hace falta eso, querida, mi buena amiga, mejor despidámonos ahora.

-El amor es el sentimiento más poderoso que hay, y es algo más que darle besos a un novio. Pero el amor también cohabita con otros sentimientos hostiles que a veces cobran más prioridad.

Comúnmente es así. Provistos de amor nacemos todos, pero el trabajo, el dinero y todo lo demás nos va secando el suelo del corazón.

-Está bien ser usuario del amor, pero con medida. Todo el amor para uno envenena, pero si se pasan los límites se puede ser una victima de la pasión ¿no?

El corazón tiene su apéndice, y su carga sin gastar, es simplemente insoportable. Pero cuidado con ser todo corazón, y que palpite en todas partes. Más de lo posible, más de lo permitido: la pelota del corazón se hace enorme, enorme el amor, enorme el odio.

-En su obra habla del poder de la palabra, ¿puede decir algunas palabras para los desfallecidos? Me gustaría que “irritara el pensamiento a más de uno con un jirón sangriento de su corazón y se burlara hasta hartarse, mordaz y atrevido”.

Hay palabras, que levantan a los seres de las tumbas. Aunque a menudo, hay palabras que se pierden. Os digo que esperéis el futuro, aunque haya que luchar contra las mezquindades de la vida cotidiana, porque en esta vida es fácil morir. Construir la vida es mucho más difícil.

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