Cuántos acontecimientos estos días. Empezamos con las notas de los más jóvenes, el tradicional sorteo de la lotería de Navidad, la llegada del invierno, la Nochebuena, los Santos Inocentes, la Nochevieja, los Reyes. Son dos semanas intensas en las que uno, entre otras cosas, tiene una oportunidad extra de estar más rodeado de gente y así poder practicar el afecto, la escucha, la tolerancia. ¿Qué evento prefiere usted?
Hoy hablaremos de la lotería de Navidad, del dinero y la reacción de la gente ante la posibilidad de ganar en la lotería. Por ejemplo, algunos no juegan porque dicen que sería un lío que les tocase: “¿Que tendría, que cambiar de casa y de coche?, ¡si yo estoy bien como estoy!” Otros se cuestionan: ”Y si me toca la lotería, ¿me volvería mala persona por tener tanto dinero?” Otros, en cambio, no saben que responder.
Que a alguien le toque la lotería parece que produce sentimientos encontrados. Por un lado, alegría por ser el afortunado y las fantasías que se desatan. Por otro lado, también produce cierto miedo por tener que realizar ciertos cambios que parecen socialmente establecidos; temor porque ahora se te acerque más gente por el simple hecho de tener dinero; miedo a que te roben; miedo a ser demasiado roñoso; miedo a despertar envidia. Parece que si le tocara la lotería, no todo serían consecuencias positivas.
Según la evidencia, podría afectar a nuestros planes de boda de forma negativa y también a nuestro voto en favor del partido gobernante; seríamos más felices, aunque no por mucho tiempo; los premios tienden a ser consumidos y finalmente no consigue cambiar el estatus social; también puede afectar negativamente a la salud por un mayor consumo de bebidas alcohólicas.
Lo que sí es seguro es que el dinero no te libra de tener que afrontar ciertas cuestiones vitales: ¿Qué quiero hacer con mi vida?; ¿qué sentido tiene la vida?; ¿Por qué me quiere mi pareja?; el paso del tiempo; las decepciones; las separaciones.
En definitiva, el dinero no compra el confort psíquico ni intelectual. Como muchos ya saben a estas alturas, el dinero no compra la felicidad, aunque puede ser un medio para conseguir muchas cosas. Son muchos los que deliran con bienes materiales y pocos los que fantasean con cuidados interiores, por ejemplo contratar un servicio para que les enseñen a pensar: sobre la educación, las relaciones, o el trabajo.
Uno tiene que saber qué es lo que quiere hacer con el dinero, y respetar su escala de valores cuando le toca la lotería, tener respuestas, sacrificar algunos fines por tal de ser fiel a nuestros principios. Así, de esta manera, el dinero no nos dominará, porque es cierto, que cuando a uno le cambia su nivel económico, se van produciendo nuevas relaciones y nuevas situaciones.
Hay que tener presente que si uno era despilfarrador sin dinero, luego será un despilfarrador con dinero; si uno era huraño sin dinero, luego seguirá siendo un huraño con más dinero; si uno era comedido sin dinero, después será un comedido con dinero. En fin, es Navidad, y el resto del año habrá que buscarse con qué contentarse. Hoy les deseo una buena salida y entrada de año.
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