Son muchos los extranjeros que vienen de vacaciones a nuestro municipio y se quedan a vivir, es el caso de Mauricio Damur, un canadiense de 93 años que decidió afincarse en Mijas por su gente y su clima. Pero la de Mauricio es una historia de las que llegan al corazón. Su integración en nuestra cultura es tal, que habla perfectamente nuestro idioma, va regularmente a misa y hasta desayuna pan con ajo y aceite, además, mucha gente en el pueblo lo conoce, y es que este andaluz de adopción, se hace querer. Mijas Semanal ha tenido la oportunidad de conocer su historia.
1969, ese fue el año en el que Mauricio visitó Mijas por primera vez, aconsejado por un amigo. Vino una semana de vacaciones, acompañado de su mujer, quien se enamoró de nuestra tierra desde el primer momento, al igual que él. Por eso, en 1970, compraron un terreno en la urbanización Santa Rosa, la cual, según nos explica, ha cambiado mucho en los últimos años. Allí se construyeron una casa que alquilaban los meses de invierno y la disfrutaban, él y su familia, en verano. Pero su idea era vivir en el municipio de manera permanente una vez se jubilara. Y así fue. A principios de los 80 Mauricio y su mujer se trasladaron de Alemania, donde pasó 15 años, a España, aunque sus dos hijos decidieron no acompañarles y regresar a su Canadá natal.
“Los años más felices de mi vida los he pasado en Mijas, los vecinos de este municipio son como mi familia, nos han ayudado mucho”, nos explica Mauricio, quien añade que otra de sus debilidades es la gastronomía del lugar “mucho más especial y sabrosa que la de Canadá”.
En 1998 su mujer y él deciden vender la casa, pues era una tarea complicada y preferían hacerlo mientras aún gozasen de buena salud. Dos años más tarde se trasladan a Canadá, con la idea de pasar más tiempo al lado de los suyos y disfrutar de la compañía de sus 5 nietos y 2 bisnietos, “aunque allí la vida es mucho más dura. Por eso cada año volvíamos a Mijas, ansiosos por disfrutar del sol y de su gente”.
"Estoy enamorado de Mijas por su gente y por su clima”
“Aquí tengo muy buenos amigos, de hecho aún veo a algunos”, nos cuenta Mauricio, que nos confiesa ser un apasionado de nuestra Semana Santa, la cual, tras muchos años, empieza a comprender.
Cuando le preguntamos qué es lo que más echa de menos cuando se encuentra fuera, Mauricio lo tiene claro, la amistad que le ofrecen los mijeños, que tienen un carácter “más abierto” que los canadienses.
Desde la muerte de su mujer hace dos años, la vida de este enamorado de Mijas se ha vuelto más difícil, aunque se considera muy afortunado de tener la familia que tiene. “Mi hijo me llama todos los días para ver cómo estoy y para invitarme a comer, además me traen comida a casa por lo que estoy muy bien cuidado”.
A pesar de su edad, Mauricio vive solo en su ciudad natal, Ottawa. “Sé cuidarme solo, lo único que no sé es cocinar, pero en eso ya me ayudan mis hijos”. Y es que su secreto para estar así de bien es hacer mucho deporte. “Todos los días practico media hora de ejercicio, al igual que hacía cuando era más joven en el ejército. También solía andar mucho, jugar al tenis y esquiar en los Alpes suizos”.
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