Les presentamos a una familia muy peculiar. La pareja formada por Pedro Sorroche (adiestrador, 29 años) y Araceli Sedeño (cuidadora, 20 años) y sus 20 animales exóticos. Los 22 viven juntos, tal cual suena. Y tanto es así, que “nuestra zorra Margarita duerme con nosotros, muchas veces hasta la tengo que dormir en brazos porque llora para que la coja”, ejemplifica Pedro. “A mí me echa de la cama”, bromea Araceli. Estos jóvenes caleños, amantes de los animales, conviven con mofetas, lobos, loros, águilas, suricatos, búhos, lagartos o guacamayos. Al suricato, por ejemplo, le encanta echarse una siesta en el sofá y, a diario, Pedro y Araceli pasean a la zorra y al lobo juntos, “como si fueran perros. La gente nos mira y se sorprende de que dos especies tan salvajes estén juntas”, comenta Araceli. Pero el secreto de este ‘milagro de la naturaleza’ radica en las muchas horas de adiestramiento que hay detrás. “Cogemos a los animales desde que son bebés y los criamos, como si nunca hubieran estado en otro entorno y no hubieran conocido a sus papás. Así nos sale más caro, pero es una garantía”, relata Sorroche.
Actualmente no existe ninguna empresa como la de Pedro y Araceli
La idea empresarial de esta pareja surgió hace 3 años. Él es animador turístico y ella, sociosanitaria, y les une su pasión por los animales. “Hicimos un estudio de mercado y vimos que no existía ninguna empresa en España dedicada a realizar animaciones con animales exóticos. Empezamos con una pogona, un lagarto australiano, lo cogimos de chico, le cogimos el gustillo y ahora mira...”, explica Pedro. Ofrecen espectáculos por toda Andalucía, en colegios, hoteles y fiestas, donde demuestran las acrobacias que llegan a realizar sus particulares compañeros de trabajo. Ponen en escena una simpática obra de teatro, ‘John de la selva’, y, además, ofrecen una charla educativa para “concienciar sobre la tenencia de animales”, comenta Pedro.
Estos jóvenes han convertido su pasión en su medio de vida. Son únicos en España y afortunadamente les va bien. Su familia pensaba al principio que estaban locos. Eso sí, Pedro y Araceli no saben lo que son unas vacaciones ni entienden de horarios. Tienen un trabajo muy esclavo, pero se nota que les apasiona. De hecho, dice Araceli, “nuestro adiestramiento se basa en el afecto. Nos gusta el contacto directo con los animales. Nos tienen que oler y sentir a diario. Forman parte de nuestra familia, como si fueran nuestros hijos. Los entrenamos todos los días, turnándolos claro, porque los carnívoros y los herbívoros, no pueden estar juntos”. Y así es esta familia tan animal, que poco a poco a ido creciendo. Todo un ejemplo a seguir.
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