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Viernes 22/11/2024

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Francisco Cortés, memoria viva del progreso en Mijas

Francisco Cortés es vecino de la céntrica calle Carril de Mijas Pueblo.

Francisco Cortés es vecino de la céntrica calle Carril de Mijas Pueblo. Cada mañana recorre los pocos metros que separan su casa del hogar del jubilado, donde desde hace unos años pasa sus horas, encontrándose con amigos y vecinos de toda la vida, recordando historias de cuando Mijas era otra.
Él mismo me indica que no le llame Don Francisco ni nada por el estilo. Él es Paquito desde que era un crío y así quiere que sigamos llamándole. Pues así haremos, Paquito.
La Mijas en la que nació, hace 75 años, poco tiene que ver con el inmenso municipio del que hoy disfrutamos: “Mijas es todo lo que ves cuando subes al repetidor y miras a tu alrededor”, nos cuenta emocionado, recordando todo lo que los vecinos han hecho por construir unos sólidos cimientos sobre los que ahora descansamos todos. Y es que en Mijas, años atrás, todo lo que se hacía, se hacía con el esfuerzo de los propios vecinos. De su padre heredó el oficio de carpintero y como tal ha hecho todo lo que ha estado en su mano para que, como nos dice, “se hable de Mijas en todas partes”. Trae consigo unas breves notas en las que ha escrito una especie de memoria para no olvidarse, para que no nos olvidemos, de todo lo que ha hecho por todos.
“Antes los nacimientos en la parroquia se hacían con unas piedras enormes y nos veíamos negros para moverlas. Entonces yo quedé con Don Rafael, un cura que había aquí, y le dije: ‘usted me compra el material y yo le hago las casitas al nacimiento’. Y me tiré dos semanas haciendo casitas de balde”. Y no solo como carpintero: “En aquella época nos reunimos treinta hombres y estuvimos ayudando a llevar agua potable a Osunillas. Mi padre me había enseñado también a hacer de fontanero y recuerdo cómo me quemaban los dedos soldando”. O cuando colaboró en construir las casas de sus vecinos: “En Mijas había muchos caserones y, entonces, Miguel González, el padre del concejal que hay hoy, los donó para que los vecinos se hicieran sus casitas y les ayudábamos a construirlas, sin planos ni nada”.

"Yo tengo mucha fe sea Dios como cada uno lo vea"

La piedra que no puso Fraga
Paquito ha sido testigo del nacimiento del turismo en la provincia, de aquellos extranjeros que visitaban Mijas atraídos por su sabor andaluz y su singularidad. Recuerda cuando vino Fraga a poner la primera piedra de lo que sería el Hotel Mijas “y salió en toda la prensa, pero los que de verdad pusieron la piedra fuimos mi compadre y yo, con dos taburetes y una garruchilla para ayudarnos. Si no recuerdo mal, nos repartimos 300 pesetas entre los dos. Entonces creo que el alcalde era Don Salvador, el de la farmacia, y estuvieron visitando el Compás y nos hicieron hasta una película y todo”.
Y, entre piedra y piedra, sigue aportando su granito. El hogar del jubilado es su última vocación: “El bar lo he estado abriendo yo voluntariamente, en invierno y en verano, todos los sábados y días de fiesta para que los mayores tengamos un sitio donde reunirnos, porque si no muchos no saldríamos de nuestras casas y es bueno que nos dé el sol”. Reclama más atención para los mayores, atención que les debemos, a toda aquella generación que levantó este municipio, aquella generación que mantiene viva la memoria del progreso.

Siempre dispuesto a echar una mano
En el hogar del jubilado a cada momento le asaltan vecinos con preocupaciones y problemas y Paquito siempre tiene un rato para escucharles y dedicarles tiempo y consejos. “Intervengo en todas las cosas de los jubilados porque me gusta que todos estén bien, porque hay algunos que tienen sus casitas muy chicas y no pueden salir a ningún lado, que por lo menos puedan venir al hogar del jubilado”, nos cuenta. En cierta manera, es como una especie de portavoz de los problemas de los mayores ya que, como él mismo dice, “yo siempre he tenido mucha confianza con todos los alcaldes que han pasado por Mijas. Siempre he reconocido las cosas buenas que han hecho y nunca he tenido problema en decirles lo que pensaba cuando veía que en Mijas podían hacerse cosas para los vecinos que no se estaban haciendo”. Esta labor callada es de vital importancia, porque no siempre tenemos paciencia para escuchar y valorar los problemas de nuestros mayores. Necesitamos más vecinos como Paquito, siempre dispuesto a echar una mano a los mijeños. 

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