Siempre que se equipa el buzo y se tira al agua ya está poniendo en riesgo su vida. Así de claro habla de su profesión Raymond Johnson, buzo profesional, de 30 años, roteño de corazón y mijeño de adopción. Su primer contacto con el mundo submarino se produjo en Estados Unidos, donde pasó parte de su infancia. Fue en Las Vegas cuando su tío, instructor de buceo deportivo, le preparó un equipo y le animó a disfrutar de la experiencia. Ya en España, recuerda Johnson, fue su madre quien le inculcó la pasión por el mar y la pesca submarina. “Nos levantábamos temprano, desayunábamos y nos íbamos a pescar con los tridentes y otros artilugios de pesca”.
No obstante, nunca tuvo claro que haría de su afición su profesión. “Siempre me ha gustado abarcarlo todo. He trabajado en un montón de oficios y sitios. He sido hamaquero, llevado los presupuestos en una cerrajería o electricista”.
Sin embargo, la crisis le guió a la que es su profesión hoy en día. “Estaba de electricista cuando entró la crisis y mi empresa despidió a 13 trabajadores. Luego, gracias a mis hermanos, que estaban estudiando buceo profesional en Benalmádena, me interesé por este oficio y me saqué el título de técnico de media profundidad, que es buzo profesional”.
Sus primeras prácticas las realizó recogiendo pelotas en los lagos de los campos de golf, después completó fuera de España un curso de buceo de saturación valorado en 20.000 euros y por fin llegó su primera oportunidad laboral como buzo profesional en Argelia. “Hacíamos soporte de marinería y buceo durante la obra de una desaladora en Mostaganem”.
Esta dura y arriesgada profesión le ha llevado por medio mundo: Marruecos, Mauritania, Cabo Verde, Sierra Leona, Golfo de México o la India. “Yo vivo con las maletas hechas”, admite.
En Alemania y Holanda está regulado el salario mínimo Offshore, que es de 42 euros la hora, en España no supera los 10 euros
Una de sus principales reivindicaciones es que el Estado regule la situación laboral de su colectivo: “En el Mar del Norte, Alemania y Holanda, está estipulado el salario mínimo Offshore que debe percibir un buzo profesional por hora, que está fijado en 42 euros. En el convenio de España no supera los 10 euros. De hecho los buzos más veteranos nos dicen que se está cobrando lo mismo que hace 20 años. Somos la patata caliente que nadie quiere coger. Deberíamos estar en el Régimen Especial de Trabajadores del Mar y nos tienen en el convenio de la metalurgia o de la construcción y no se nos aplica el coeficiente reductor correspondiente a los riesgos de nuestra profesión. La ley que está en vigor es del año 97. Hicieron un copia y pega de la que existía en el año 73. Está desfasada”. Johnson, en la actualidad, trabaja en el puerto de Algeciras como supervisor de buceo para una compañía naval. “Hacemos inspecciones a buques y limpieza y pulimento de hélices y cascos. Con estas operaciones se mejora la eficiencia de los barcos en sus navegaciones y se reduce los costes de combustible”. Entre sus misiones preferidas se encuentran dos: “La instalación de fibra óptica, que nos cambiaban de destino cada tres semanas. Eso te permitía conocer otras culturas y recibir la acogida de las personas de los países donde nos destinaban; y el salvamento, que es una de las grandes bazas del buceo. Es muy gratificante poder rescatar barcos o tripulaciones de manera segura”. Recuerda que en una ocasión le salvó la vida a un gruista durante una operación nocturna: “Escuché un fuerte golpe, me asomé y vi que se había caído de la grúa. Afortunadamente, pudimos evacuarlo de una manera correcta”. ¿Se puede compaginar esta profesión con la vida familiar? Johnson asegura que “sí, pero tiene que haber un esfuerzo por parte de las familias. Esta profesión es muy sacrificada. Uno está mucho tiempo fuera. Se pierde muchas cosas como cumpleaños o nacimientos de hijos. Yo casi me pierdo el de mi hija”.
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