¿Alguna vez su médico le ha dicho que su problema no tiene solución? ¿Su fisioterapeuta le ha dicho que ya no le puede ayudar y que tiene que dejar de tratarlo? ¿Su psicólogo le ha dicho que el tratamiento que le puede ofrecer no es adecuado para usted? Esta situación es extensible a todas las profesiones, toparse con un límite, con algo imposible, no es sólo una cuestión de las profesiones sanitarias sino de todas: la enseñanza, el arte, la construcción, la administración… lo que sucede es que en las profesiones sanitarias está implicado el cuerpo, nuestro propio el cuerpo, nuestro vehículo para existir, y eso no es cualquier cosa.
Tenemos que saber que no hay doctor ni ciencia todopoderosaLos profesionales tienen que saber cuando decir no: por la falta de conocimiento, porque es complicado abarcar todas las especialidades; por las limitaciones de la propia práctica, que no es una fórmula con garantías para todos los problemas; o por otros motivos. Pero, ¿por qué hay profesionales que no pueden decir no? Porque de verdad creen que pueden con todo o porque se les impone la idea de que tienen que poder con todo; porque se creen que así le hacen un favor al paciente; porque se apodera de ellos la vergüenza y temen quedar mal si reconocen que no pueden o no saben.
Profesionales y pacientes tenemos que saber que no hay doctor ni ciencia todopoderosa. Que el profesional pueda decir y diga, en un momento dado, no, es una actitud que reporta un doble beneficio. Por un lado para el propio profesional que verá rebajado el nivel de exigencia de tener que ser omnipotente. Y por otro lado también reporta beneficio al paciente, que sentirá como el profesional le atiende con toda honestidad, lo cual añade calidad y excelencia, ¿o esto no es un beneficio para el paciente?
¿Cómo llevaría usted que le digan no, no se puede? Puede que le sea intolerable, o quizá despertaría en usted una mezcla de sentimientos contrariados. Indignación por pensar que el profesional que le trata es un incompetente. O alegría porque percibe que no le están engañando. O pena por experimentar que existe la imposibilidad.
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