Veía en la Constitución “la plataforma básica de convivencia” de los españoles y reclamaba “sentar las bases de un entendimiento duradero”. Son dos líneas de trabajo que han convertido al expresidente Adolfo Suárez en una figura indiscutible de la historia de España. Sus fuertes convicciones y la valentía demostrada en su aplicación han catapultado su figura a los escalafones más altos del imaginario político de los ciudadanos.
“Sus fuertes convicciones y la valentía demostrada en su aplicación han catapultado su figura a los escalafones más altos del imaginario político de los ciudadanos”La gestión del primer presidente de la democracia no fue ajena a los errores, de hecho, los cometió, y algunos de envergadura, pero hay un valioso consenso en torno a su papel protagonista como conductor de la transición hacia la democracia que impulsó el Rey. Don Juan Carlos apostó por él y acertó. Suárez fue ministro del Movimiento, director de la televisión franquista y gobernador de la dictadura, pero, llegado el momento, desmontó las estructuras del sistema pasado y organizó las primeras elecciones libres. No lo hizo solo, pero sí lideró este complejo proyecto de construcción nacional.
Ganó los comicios de marzo de 1979 y en enero de 1981 dimitió zarandeado por la inestabilidad económica, el acoso de la oposición y las rivalidades fraguadas dentro de su propio partido (UCD). Tras abandonar el Gobierno intentó rehacerse sin éxito con el Centro Democrático y Social (CDS). Suárez dejó huella como piloto de la Transición y como presidente, pero no cuajó como hombre de partido.
Su muerte nos permite comprobar que la desafección que sienten los ciudadanos hacia la política no es, a pesar de lo que defienden algunos agoreros, una enmienda a la totalidad del sistema democrático. Su adiós ha desvelado la añoranza de los españoles por una política en mayúsculas capaz de cerrar pactos de Estado.
“Su muerte nos permite comprobar que la desafección que sienten los ciudadanos hacia la política no es, a pesar de lo que defienden algunos agoreros, una enmienda a la totalidad del sistema democrático”La Transición fue el mejor ejemplo de que la política es útil e indispensable para organizar nuestras sociedades en un régimen ordenado de libertades, derechos y obligaciones.
El populismo enfermo que desarma de bondades y virtudes a nuestro sistema parlamentario solo nos conduce a la anarquía y a la desunión.
Suárez, con sus sombras y sus lagunas, con sus defectos y carencias, ejerció como líder y patrón en unas aguas muy revueltas. Fue valiente y dialogante y dejó su imborrable marca en la memoria de los españoles de varias generaciones. Ha tenido la cariñosa y solemne despedida que merecía, solo queda que la clase política tome nota de los errores y aciertos de un expresidente que ya forma parte de la Historia grande de España.
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