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Sábado 23/11/2024

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Pero, ¿qué género de sociedad tenemos?

Las cifras así lo corroboran, asistimos a un peligroso retroceso en cuestión de violencia de género.

Las cifras así lo corroboran, asistimos a un peligroso retroceso en cuestión de violencia de género. Ya no cabe culpar a tan nefasta época, cuando el régimen publicaba manuales acerca de ‘La perfecta ama de casa’. No cabe achacar los bajos niveles de formación de las generaciones tras nuestra no menos nefasta guerra civil. Ni pueden buscarse causas en la falta de información al respecto, ni en la decidida apuesta de colectivos y administración en aniquilar la lacra. Tenemos que reconocer el fracaso en la erradicación del machismo, en lo peor de su comportamiento, ni haber podido acabar con el velo de la indiferencia.

El fenómeno sigue contemplándose por parte de muchos como algo irremediable, independiente de nuestra acción y responsabilidad y ese conformismo es tan peligroso como el propio repunte.
Cabe por tanto preguntarse, ¿por qué está aumentando esta violencia entre los más jóvenes? Expertos aseguran que no necesariamente estos comportamientos han sido ‘aprendidos’ en los hogares paternos, algunos sí, pero afortunadamente son los menos. Un libro, recién publicado por Fernando Gálligo, ‘SOS: Mi chico me pega, pero yo le quiero’ y un segundo texto, ‘Amando sin dolor, disfrutar amando’, vienen a arrojar luz sobre esta tremenda confusión de muchas chicas que creen que control y celos son síntomas de amor, lejos de aprender a identificar los signos, por otro lado bien claros, de los comportamientos machistas que culminan en violencia.

El fenómeno sigue contemplándose por parte de muchos como algo irremediable, independiente de nuestra acción y responsabilidad y ese conformismo es tan peligroso como el propio repunteEl área de Igualdad del Ayuntamiento de Mijas, en lo que llevamos de año, ha detectado y atiende 2.500 casos de violencia de género. Ocho llamadas telefónicas se reciben cada día describiendo situaciones de amenazas, aislamiento, humillación o ataques a la autoestima, cuando no agresión física. Un más que evidente repunte que merece el calificativo de retroceso. La violencia de género es la expresión más cruel de la desigualdad.

La actual situación de crisis tampoco favorece este comportamiento salvaje de muchos hombres, porque favorece la desigualdad y disuade a las víctimas a denunciar. Las cifras demuestran cómo el número de víctimas mortales que había denunciado a su agresor ha disminuido hasta un diez por ciento en los últimos cinco años. A nivel nacional, el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial cifra en 600.000 el número de mujeres que viven acorraladas por la violencia de género.

Sin embargo, es la propia Justicia la que aparece en este escenario como la más investida de conservadurismo y falta de sensibilidad ante el problema que tenemos todos encima. A pesar de que las víctimas pueden disfrutar de justicia gratuita, los datos también arrojan un aumento del número de sobreseimientos y la denegación de solicitudes de protección.

Se apunta a falta de formación en género por parte de los jueces. Los delitos de violencia contra la pareja suelen producirse en espacios de privacidad, sin testigos, sin embargo, cada vez se solicitan más y mejores pruebas. Es evidente que hay un choque entre la tutela, recomendaciones y buenos deseos que emprende la administración, que, como no puede ser menos, recomienda la denuncia y, lo que después se encuentran las víctimas en el proceso. Un ejemplo, las amenazas recibidas a través del teléfono móvil o Internet se minimizan como si fuesen pecados veniales. Block of textEn resumen, hay un tremendo escalón entre el esfuerzo que vienen haciendo, mejor o peor coordinadas, las distintas administraciones, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las personas de bien y el Poder Judicial. Y desde luego, algo está fallando. No somos capaces de detectar el gen del violento: un espécimen que solo merece la desaparición del planeta, cuando agrede al ser más divino de la creación, la mujer, capaz de procrear y criar. 

 

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