Murakami, en su libro “De qué hablo cuando hablo de correr”, escribe: “A veces, podemos aprender que lo que de veras da calidad a la vida no se encuentra en cosas fijas e inmóviles, como los resultados, las cifras o las clasificaciones, sino que se halla, inestable, en nuestros propios actos”.

Es buena elección aprender a vivir pudiendo hacer también cosas que no sirven para algoMe pregunto si es usted de los que puede pintar aunque no vaya a hacer ninguna exposición, estudiar ruso aunque sea un idioma que no necesite para trabajar, hacer deporte aunque no vaya a competir, o reunirse con los amigos aunque no sea para conseguir algo. Seguro que usted alguna vez se ha cuestionado ¿para qué hago esto?, teniendo por respuesta la vacilación en la continuidad de su tarea, o el freno para poder comenzar algo nuevo.

Murakami, además de escritor es corredor de maratones, y dice al respecto de la vida de corredor: “Tendrá su utilidad o no, será o no atractiva a los ojos de los demás, pero, en definitiva, lo más importante para nosotros es, en la mayoría de los casos, algo que no puede verse con los ojos aunque si sentirse con el corazón”.
Todo lo que uno hace, no tiene que tener un valor de uso. Hay cosas que se hacen por otros valores o sencillamente porque gusta hacerlas. Quien se orienta para vivir por este “fin utilitario” –si es para algo concreto está bien, en cambio si no es para algo concreto no vale-, se está perdiendo parte de la esencia de la vida, y está restando alegrías. Por otro lado, también nos encontramos con personas que sienten culpa si hacen cosas que en apariencia no son de provecho.
Es buena elección aprender a vivir pudiendo hacer también cosas que no sirven para algo, hacer cosas por el placer que nos procura hacerlas, algo que se siente con el corazón. Cada uno es único y cada deseo también, así que no espere que los demás encuentren sentido a su vida. Permítase querer bien lo que quiere, y adelante. 

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