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Sábado 23/11/2024

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Que me llame él

Muchas relaciones laborales, amistosas, amorosas, incluso relaciones familiares están deterioradas o rotas, porque ninguno de sus componentes da el paso de hablar –bien haciendo una llamada, o cara a cara-.

Muchas relaciones laborales, amistosas, amorosas, incluso relaciones familiares están deterioradas o rotas, porque ninguno de sus componentes da el paso de hablar –bien haciendo una llamada, o cara a cara-. Las relaciones pueden distanciarse o romperse por muchas razones, entre ellas el orgullo y los prejuicios, entendiendo por prejuicio que las cosas tienen que ser de una determinada manera y no de otra.

“Mi hermana no me llama”, “mi trabajador no me cuenta las cosas”, “no me hablo con mis vecinos”. Imagínese qué situación más tensa unos hermanos que no se hablan, un jefe que no habla con su trabajador. Es común que si a las personas que tienen esta queja les preguntas: “y tú, ¿has llamado”, “y tú, ¿has hablado?”, te suelan responder: “no, no, es que si él no lo hace primero, por qué lo voy a hacer yo”. Este es un posicionamiento que merece detenerse y reflexionar: cómo alguien llega a construirse semejante idea, qué se obtiene sosteniendo este pulso de “yo no lo hago primero”, y si gusta la vida que se genera por pensar de esa manera.

Usted que quiere, ¿qué su relación marche fluida y disfrutarla? ¿O enrocarse en su silencio hasta que el otro hable, tensando así la relación? Creo que queda muy clara la diferencia de gustos y estilos. Un gusto por la amabilidad, la cordialidad y el bienestar. Y un gusto donde predomina el rencor, el malestar y el entorpecimiento.

Si partimos de que esta situación –donde creo que es el otro el que me tiene que hablar a mi- genera tensión y malestar, ¿por qué se sostiene esa posición? No hay una respuesta genérica, sino tantas respuestas como personas. Por ejemplo, esa máscara hecha de materiales tan poco exquisitos como el orgullo y los prejuicios, puede esconder una satisfacción oscura, alcanzada a través de cosas displacenteras. Esa máscara también puede enmascarar un patrón de conducta que no nos sea propio sino que sea una identificación a un estilo familiar. La máscara también puede cubrir a un tirano que quiere doblegar al otro, aún a costa de perder relaciones.

Fuera máscaras. Decida qué vida quiere llevar y haga algo por sostener esa decisión. Si no puede solo, hay profesionales que le pueden ayudar. El psicoanálisis le puede permitir una vida más amable. No hay protocolos, no hay turnos, no hay formalismos, en definitiva, no hay una forma única y correcta de hacer las cosas. Le toca hablar al que le interesa, al que tiene ganas, al que es amable, al que quiere un ambiente distendido y que vaya a favor de la buena dinámica. Le toca hablar al que tiene un noble deseo.

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