Micaela Fernández. Se puede retrasar su uso, controlarlo, negociarlo, compaginarlo o prohibirlo (que, por cierto, lo desaconsejan)... Pero que las pantallas llegaron a nuestras vidas para quedarse es una realidad que no se puede negar. Ahora bien, que las familias deban educar a los hijos también en el uso responsable de las tecnologías es la cuestión.
Y la afirmación por parte de los profesionales es tajante: no los podemos dejar solos con un ‘arma’ tan poderosa en sus manos. Y cuanto más pequeños sean, más peligroso es. Una vez oí una afirmación muy gráfica: “usted no dejaría a su hijo pequeño solo en medio de una ciudad, pues tampoco lo deje solo con un móvil sin ningún control”. Así que cuando se habla de familias y pantallas, la cuestión es aceptar la realidad y ponerse manos a la obra para conseguir un uso sano.
Si después del confinamiento, se siente que el tema se ha ido un poco de las manos, hay profesionales que recomiendan realizar una especie de “terapia familiar”, reconociendo errores y buscando soluciones. Hacer incluso una dieta de móvil, dicen. “Debemos conocer tanto los beneficios como las dificultades que presentan las pantallas”, opina el psicólogo de Hogar Abierto, José María Salgado.
Paciencia, valentía, confianza, comunicación... Hará falta todo eso a la hora de educar y, sobre todo, reeducar en casa sobre el uso de la tecnología o incluso, aunque muchas veces, la realidad supere la ficción.
Desde Mijas Semanal lo primero que nos preguntamos es: ¿cuándo se recomienda que los niños empiecen a utilizar pantallas? “Hace solo unos años, la respuesta a esta pregunta era muy sencilla: cuanto más tarde mejor, pero ahora hay que matizarla, porque las tecnologías lo están inundando todo y se van adaptando cada vez a más aspectos de nuestro día a día”, comenta Salgado.
“Si bien, la mayoría de los expertos siempre aconsejan que con menos de 3 años el tiempo sea NADA, eso es poco viable en la práctica”, añade el profesional, refiriéndose por ejemplo a que “a los niños de cualquier edad siempre les va a interesar ver unos dibujos en la televisión, pero se aprovecha que no se está en casa para que los vean en la tablet o el móvil”.
Ofrecer alternativas
Las pantallas deben, por tanto, añade Salgado, “estar incluidas en la vida cotidiana de las personas, pero se les debe dar un uso adecuado”. Y ¿cómo?, porque ahí está la clave. A lo que responde que las pantallas “no sean la única herramienta que se utilice, sino una herramienta más. Y esas alternativas de entretenimiento deben establecerse desde que nacen, porque a medida que pasa el tiempo, será más difícil que los niños vean atractivas otras posibilidades”.
Visto así, qué consejos se les pueden dar a los padres para que el uso de las tecnologías en casa sea sano y razonable. “Su uso debe limitarse a cosas concretas y durante tiempos concretos. Y que se tenga esta filosofía desde el principio, también ayudará a establecer lugares y tiempos de su uso”.
En el caso de los lugares, a modo de ejemplo, explica Salgado, “cualquier persona se sorprendería si llega a una casa y ve un frigorífico en el salón, porque ‘su sitio’ es la cocina. Del mismo modo deberíamos establecer que el sitio del ordenador o donde se utiliza el móvil o la tablet, sea el salón o cualquier otro sitio de paso donde se pueda supervisar tanto el uso que se le está dando como el tiempo que se le dedica”.
En cuanto al tiempo, y aquí también está muchas veces el kit de la cuestión y donde las padres deben ser más inflexibles: se deben “establecer normas implícitas que no tengan excepciones”, puntualiza el psicólogo. A lo que añade rotundo: “las excepciones son tomadas como normas por los hijos muy a menudo, así que es mejor no usarlas”.
Ejemplos de cuándo y cuándo no utilizar las tecnologías: a la hora de comer, todo el mundo pone el teléfono en el mueble, en silencio si es posible o apagado, y nadie se levanta a contestar a menos que se esté esperando una urgencia.
“Aunque en estos casos, los que suelen incumplir esta norma son los padres más frecuentemente”, reconoce. También se puede decidir que los teléfonos o las tablet nunca duermen en las habitaciones, y si necesitas una alarma, la puedes cambiar por un despertador como siempre se ha hecho. Las excusas está claro que no valen.
El control parental
¿Hasta qué punto los padres tienen que ser unos ‘expertos’ en tecnología para poder guiar y/o acompañar a los hijos? “Sobre lo que no conoces, no puedes proteger, esto es así de sencillo. Los padres deben conocer cómo funcionan los elementos que utilizan sus hijos”, afirma Salgado, y ahí es donde muchos padres que se encuentran quizás ‘más perdidos’ en este mundo, se echen a temblar.
“A modo de ejemplo, si no conozco que a través de un juego de móvil que utiliza un niño de 8 años, como brawlstar que está muy de moda, existe un chat con el que puedes hablar con otros jugadores, no tendré la conciencia que es una ‘mini red social’ con quien podrá hablar con desconocidos y por lo tanto no estaré tan pendiente de lo que hace, con quién lo hace o ni siquiera hablaré para prevenirle de esos riesgos. Cosas similares ocurre con otras aplicaciones que se utilizan para contactar con compañeros de clase, hangouts, meet o similares, pero que son ‘whatsapp sin línea de teléfono’ y, por lo tanto, podrán contactar con otros muchos desconocidos”.
Ojo con esos niños y adolescentes que después del confinamiento, siguen en exceso aislados en ‘su mundo’, solos en su habitación. Interésese por conocer con quién se relaciona, qué lugares visita y a qué se dedica. No lo deje solo. Y una cosa más, advierte el psicólogo: “el modelo que hagamos como padres de las nuevas tecnologías también va a ser fundamental a la hora de establecer la normalidad de su uso”.
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