Malvajío es una bodega de autor, de esas que elaboran “vinos de garaje”. Así la define el padre de la criatura, Antonio Ignacio Mérida, que, junto a su padrino y un auxiliar, saca adelante una producción que ha llegado a alcanzar las 20.000 botellas al año. Ahora, las cifras son menores por la crisis social y económica que ha originado el coronavirus, pero las ganas son las mismas y los proyectos, muchos.

Su aventura, recuerda Mérida, gerente y enólogo de la bodega, comenzó en 2010 con unas 500 o 600 botellas, aunque antes hicieron “pequeñas vinificaciones”.  La producción aumentó al mismo ritmo que los años, pero todo ello de una manera bastante artesanal en la que hasta las etiquetas se pegan una a una de forma manual en los vidrios. Pero la historia de cada botella va más allá y comienza en los viñedos.

Bodega Malvajío, inscrita en la Denominación de Origen Málaga, cuenta con 3.000 metros de viñas en una parcela ubicada a los pies de la carretera que une Mijas y Benalmádena. De ahí sale su vino estrella, el vino de parcela Caníbal. De las nueve hectáreas que tienen en el municipio de Mollina salen el resto de vinos tintos, blancos y rosados de Malvajío; todos ellos producidos en una nave situada en Camino Campanales con uvas syrah, moscatel de Alejandría, merlot, cabernet sauvignon y garnacha. Los blancos y rosados se embotellan tras la fermentación “a finales de año” y tras filtrarse y los tintos pasan a las barricas, donde permanecen entre 9 y 28 meses según el vino que se quiera producir. Después, descansan un año más en botellas de vidrio.

Nave en Mijas

De esta manera, en la nave, la bodega produce el tinto crianza Malvajío, el joven Flor de Malvajío, el de parcela Caníbal, el rosado Malaje y el blanco Malapipa. Ahora trabaja en un vermut moscatel del que habrá mil botellas disponibles en septiembre; en un espumoso y en otro vino blanco distinto al moscatel Malapipa.

El proceso de la bodega es bastante artesanal en la producción y el embotellado, ya que los vidrios se llenan, encorchan y etiquetan uno a uno. Las ventas están, en su mayoría, delegadas al distribuidor Narbona Solís y los vinos pueden encontrarse en establecimientos mijeños como la Vinoteca Pura Cepa o el Supermercado Roali. Además, ya se han exportado a países como Alemania o Suecia; una línea, la de la exportación, en la que se quiere seguir trabajando; al igual que las visitas a las instalaciones, que estaban en auge antes de la crisis del coronavirus.

20.000 botellas al año

“Normalmente, aunque depende del tiempo, la vendimia se hace entre finales de agosto y primeros de septiembre. Primero hacemos el vino blanco, con moscatel, y el rosado, con merlot y syrah. Traemos la uva en camiones frigoríficos y, por la noche, empezamos la elaboración del vino, haciendo en primer lugar el despalillado en una máquina. Luego, se prensa, se echa el vino en los depósitos y se fermenta.  Posteriormente se filtra y se embotella. El proceso del tinto es igual, solo que una vez que lo sacamos del depósito lo pasamos a las barricas de crianza. Todos los vinos los embotellamos aquí. Es todo muy manual: el encorchado,  el etiquetado... Cuando están terminadas las botellas se las lleva el distribuidor, que es Narbona Solís”, explica el gerente de Bodega Malvajío, Antonio Ignacio Mérida.

Toma nota

Camino de Campales s/n. Nave 9 (Las Lagunas)

Información sobre venta de vinos y visitas: 622 017 228