Una cortina de vaho impide ver con claridad y nitidez, hace que veamos las cosas peor o que incluso no las veamos. Cuando nos duchamos con agua muy caliente, se forma tanto vaho en el baño que apenas vemos nuestra cara, la suciedad del espejo o del alicatado. Demasiado vaho puede llegar a ser bastante molesto, incluso puede resultar perjudicial.
Si trasladamos este ejemplo a la vida anímica, muchas veces corremos cortinas que nos impiden ver otras cosas que no sean la propia cortina. Os dejo el testimonio de Mónica para entender mejor de qué materiales pueden estar hechas estas cortinas:
“Yo perdía el norte de la tranquilidad con mucha facilidad porque lo que estaba bien al rato estaba mal, vamos, que cambiaba de opinión más que una veleta. De esta forma, un día mi marido y mi trabajo me gustaban, y otro día eran casi lo peor. Sesión tras sesión fui reconduciendo esa queja desorientada. Descubrí que cuando me sentía mal rápidamente se activaba mi botón de arremeter contra todo. Más tarde también descubrí qué era eso que me hacía sentir tan mal, y que hacía que un cable se cruzara y empezara la ebullición descontrolada y casi sin límite. Eso que me hacía sentir tan mal eran algunas visitas a mi madre. Visitas en las que no había ninguna pelea, pero se removía algo en mi interior.
Yo no llevaba nada bien ver cómo mi madre a veces hacía aguas, porque claro, mi madre también es persona y duda, mete la pata y tiene cosas raras. ¿Qué solución encontraba yo para no ver esto? Levantar una cortina de vaho hecha de trifulca contra mi marido y mi trabajo. Confieso que no he terminado de digerir que mi madre no es todo, pero conocer cuál es mi mecanismo cuando algo no me gusta e identificar bien qué es lo que no me gusta, me permite desenvolverme de otra forma”.
Mucha gente levanta cortinas de densidad y materiales variables para limitar la mirada y hacer desaparecer aspectos de la existencia de los demás que nos incomodan. Las cortinas pueden ser de muchos materiales. Las de Mónica estaban hechas de quejas hacia sus objetos de amor, pero pueden estar hechas de odio hacia el jefe, celos incontrolables, conflictos con los hijos… Usamos técnicas de distracción para quitar la atención de otro sitio.
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