“Siempre quise ser madre”, “yo sólo tendría un hijo si mi pareja me lo pidiese”, “este hijo fue un accidente”, “quiero tener un hijo pero nunca veo el momento”, “quiero tener un hijo a ver si mi matrimonio toma otro rumbo”, “no sé quién es el padre de mi hijo”…
Como podemos ver hay muchas formas de acercarse a la paternidad. Esto es una muestra de que ser padres no es algo instintivo. Más bien es fruto de una decisión –consciente o inconsciente- atravesada por el deseo. Precisamente que no se ajuste a un patrón de conducta, hace que cada uno se tenga que inventar cómo hacer con la paternidad. No es extraño entonces que este acontecimiento vital pueda llegar a generar duda, miedo, inseguridad, o angustia. En esos momentos el psicoanálisis puede ser de gran ayuda.
Decidir tener un hijo es una apuesta muy fuerte, y la aventura del embarazo puede estar llena de imprevistos. A la par que el cuerpo de la mujer se transforma se hace más real un futuro incierto e inimaginable. Tanto cambio puede ser motor constante de temores o altibajos anímicos que popularmente se atribuyen casi exclusivamente a factores hormonales. También para estos momentos el psicoanálisis puede ser de gran ayuda.
Luego llega el momento de dar a luz. La llegada de un hijo exige por parte del padre una adopción, y por parte de la madre, primero exige que acepte que ese hijo ya no forma parte de ella, y luego tiene que acogerlo. Además la pareja tiene que encontrar un nuevo equilibrio ante la llegada de ese hijo, lidiar con la constante demanda del bebé y el nuevo lazo social que éste genera. Según el recorrido personal de cada padre, este momento puede vivirse con un exceso de culpa, responsabilidad, ansiedad, estrés, depresión. También para esta etapa el psicoanálisis es un recurso muy valioso para ser padres en las mejores condiciones, y poder vivir la paternidad de una forma satisfactoria.
Decidir tener un hijo. Quedarse embarazado. Y dar a luz un hijo. Tres momentos diferentes que forman parte de la aventura que es la paternidad. Una experiencia cargada de acontecimientos, unos esperados y otros inesperados que exigen de nosotros una constante respuesta.
El método de trabajo consiste en analizar las situaciones y emociones que generan conflictos. Para ello se crea un espacio para la reflexión y el cuestionamiento, orientado a aliviar el malestar. Poner palabras a lo que hasta ahora no tenía, tiene un gran efecto.
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