La brecha salarial entre hombre y mujeres, la diferencia media entre el sueldo que percibe un hombre y una mujer por el desempeño de una misma función laboral o trabajo de mismo valor, es una discriminación flagrante de los derechos fundamentales de la mujer reconocida por todos los gobiernos de Europa y los colectivos empresariales y sindicales. Resulta sin embargo, difícil de entender y de medir sus consecuencias para una gran parte de la población, a pesar de que son numerosos los estudios que se han dedicado a explicar sus causas y factores determinantes como premisa para poner fin a esta situación que, junto a otras, algunas absolutamente inadmisibles e impropias de una sociedad que se considere desarrollada, como la violencia de género, nos hace comprender claramente la necesidad de seguir conmemorando cada 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer.
“La brecha salarial entre hombres y mujeres es una discriminación flagrante de los derechos fundamentales de la mujer reconocida por todos los gobiernos de Europa y los colectivos empresariales y sindicales ”En este sentido, hay que referirse a la normativa y acción procedente de la Unión Europea que, si bien viene trabajando en este fenómeno desde hace décadas, fue en 2006 cuando, con la aprobación del Pacto Europeo por la Igualdad de Género, hizo de la brecha salarial de género una prioridad. Asimismo se recoge también en la Estrategia para la Igualdad de hombres y mujeres 2010-2015 y la Estrategia Europea para el Emprendimiento y el Empleo 2020, que entre sus cinco objetivos prioritarios establece la reducción de esa diferencia retributiva por razón de sexo.
Son múltiples factores los que se analizan para explicar su causa, pero que confluyen en elementos comunes: la permanencia de la división sexual del trabajo y la asignación a la mujer, de las responsabilidades familiares, lo que motiva una menor dedicación de tiempo y limita las posibilidades de promoción para muchas mujeres, además de una infravaloración de los trabajos mayoritariamente desarrollados o atribuidos a las mujeres.
“Avanzar en igualdad es tarea común, no estamos hablando de otra cosa que de eliminar una discriminación por razones de sexo que vulnera la legislación española y europea”De todo ello, llegamos a una conclusión: la necesidad imperiosa de seguir trabajando para posibilitar la conciliación laboral y familiar para la mujer, de avanzar en el reparto de tareas domésticas y en el cuidado de la familia entre hombres y mujeres, de corresponsabilidad; y aquí todas las instituciones, incluso las privadas, tienen que aunar esfuerzos.
Avanzar en igualdad es tarea común, no estamos hablando de otra cosa que de eliminar una discriminación por razones de sexo que vulnera la legislación española y europea, hablamos de derechos fundamentales incuestionables, en los que no cabe ideología ni matiz y en los que cabe esperar un posicionamiento firme y común de las instituciones en fechas como la del 8 de marzo.
De ahí que resulte lamentable que de un tiempo a esta parte estemos viviendo un momento en el que la politización de asuntos como este, que debían ser de Estado, provoquen que en muchos ayuntamientos, incluido el nuestro, se antepongan otros intereses a la necesidad de ofrecer a la sociedad una postura institucional firme en defensa de los derechos de la mujer.
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