Los lectores de esta publicación, la audiencia de Radio Mijas y los espectadores de Mijas 3.40 muy probablemente hayan leído y escuchado en reiteradas ocasiones a miembros del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Mijas utilizar un término: ordenar. Término que se emplea no precisamente en su acepción autoritaria, sino atendiendo a la que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua define como encaminar y dirigir a un fin.
Si nos preguntamos para qué fin es necesario ordenar Mijas, está claro que la respuesta no puede ser otra que para que Mijas funcione mejor. Y, ¿Por qué? Tal vez porque durante muchísimos años los gobernantes de este municipio han hecho dejación de funciones propiciando desmanes como la proliferación de viviendas irregulares, el incumplimiento de convenios urbanísticos que ahora pagan de forma millonaria los mijeños, o permitiendo que crecieran urbanizaciones, edificios y viviendas adosadas sin que sus promotores hicieran frente a todas sus obligaciones.
Si nos preguntamos para qué fin es necesario ordenar Mijas, está claro que la respuesta no puede ser otra que para que Mijas funcione mejorEn el capítulo de los desmanes también figuran el gasto de dinero público sin ton ni son, la compra de productos o la contratación de servicios que luego no eran pagados (el actual equipo de Gobierno se encontró más de 24 millones de euros en deudas a los proveedores) o no realizar planes serios para la construcción de colegios, entre otros muchos problemas que jalonan la historia de este municipio. También se incluyen en la lista, a modo de ejemplo, el escaso o nulo interés de los otrora gobernantes por concienciar a la población para reducir el volumen de los residuos orgánicos fomentando el reciclaje... aunque solo fuera por una mera concienciación medioambiental, porque el dinero, como se ha venido demostrando, el dinero público, parecía no importarles en demasía. Y lo peor es que algunos piensan que aquí nunca ha pasado nada, que el pasado fue perfecto y, además, tratan de hacer gala de ello en los debates políticos que mensualmente se celebran en el salón de plenos.
Ordenar. Efectivamente, en Mijas aún quedan muchas cosas por ordenar para que el municipio funcione y lo haga cada día que pase mejor. Para que nadie, lustros después de haber recibido las llaves de su casa, tema ahora por un corte eléctrico o de agua propiciado por las compañías suministradoras, porque su vivienda nunca recibió la cédula de primera ocupación. Para que ningún comerciante, autónomo o empresario tema vender productos u ofrecer sus servicios al Ayuntamiento. Ordenar para que en el futuro no falte suelo para colegios o para que ningún promotor se aproveche del suelo municipal para mayor gloria de su cuenta corriente. Ordenar también para que Mijas sea un municipio más limpio, con mayores posibilidades estéticas como fórmula de atracción turística.
La lista de ejemplos y de casos donde era y es necesario poner orden en Mijas es casi inagotable y solo la decidida acción del equipo de Gobierno y su alcalde, Ángel Nozal, por solventar problemas está propiciando que estos no se eternicen.
El antónimo del término ordenar es desordenar, que según el diccionario significa, entre otras cosas, “Turbar, confundir y alterar”. Algunos, entre ellos los nucleados en torno a las siglas que gobernó Mijas durante décadas, se empeñan en vincular al término ordenar al autoritarismo. Grave error. Uno más. Tal vez porque estén más cómodos en el desorden.
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