Al menos ochenta víctimas y más de un centenar de heridos se contabilizan tras las primeras veinticuatro horas del gravísimo accidente ferroviario a las puertas de una localidad, bella como pocas, como lo es Santiago de Compostela, que se preparaba para vivir su Día Grande, por ser el día del Patrón de la ciudad, de Galicia y de toda España, Santiago Apóstol.
Se trata del primer accidente mortal en una línea de alta velocidad protagonizada por un tren Alvia, que circulaba con 247 personas a bordo, a más del doble de la velocidad permitida en una curva en la que debiera haber circulado a tan solo 80 kms por hora.
Parece ser que esa ha sido la causa, el exceso de velocidad. Pero el cúmulo de preguntas que se abren en cascada ante la magnitud de la tragedia solo podrán ser total o parcialmente contestadas tras el riguroso análisis de la caja negra.
Si el fallo ha sido humano o técnico, ayudado por causas externas o no, o un cúmulo de todas ellas, será campo de trabajo para los técnicos que tendrán, a partir de este momento, que poner toda su inteligencia y metodología al servicio del esclarecimiento de la verdad.
Seguramente, y ojalá sea así, de las conclusiones resultantes del accidente saldrán nuevos protocolos de seguridad mejores que los actuales, pero para muchos ya será demasiado tarde.
Entretanto, cualquier persona se puede preguntar acerca de ¿cómo puede darse una curva tan cerrada, como hemos podido apreciar en imágenes, en una línea de Alta Velocidad? ¿No habrá sido este, precisamente, el primer fallo técnico al que debemos señalar?
¿Es lógico confiar la reducción drástica de velocidad en ese punto ‘difícil’, como ha sido calificado, a la decisión del maquinista? ¿No sería más lógico que los sistemas de seguridad impidieran con total contundencia sobrepasar el límite en determinados tramos, por encima del criterio humano, sujeto a fallos y errores…?
Vivimos en una época en la que cumplir los horarios en materia de transporte público se ha convertido en elemento obsesivo, consustancial a las condiciones del contrato que supone la compraventa de un billete. El cumplimiento o no de los tiempos a priori determinados para el trayecto, es analizado con lupa y en caso de flagrante inobservancia, objeto de reclamación e indemnización. Pero, ¿no estaremos llevando ese concepto a extremos peligrosos?, ¿influyó el supuesto retraso de cinco minutos sobre el horario previsto en la velocidad que mantenía el tren al entrar en la fatídica curva?, ¿merecía la pena correr tanto…?
Como no puede ser de otra manera, Mijas, que también celebra el 25 de julio como festivo en honor al Apóstol, se suma al dolor de los familiares y amigos de las víctimas de esta tragedia.
Que descansen en paz.
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