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Sábado 23/11/2024

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¡No te pases!

Hoy quiero hablarles de uno de los efectos negativos que puede tener la terapia. Más que de efectos negativos podemos hablar de efectos colaterales.

Hoy quiero hablarles de uno de los efectos negativos que puede tener la terapia. Más que de efectos negativos podemos hablar de efectos colaterales. No se trata más que de aquellas situaciones en las que tenemos que tomar una decisión, y esta puede afectar a terceros.
A terapia llega gente con poca definición en la vida. Incapaces o desconocedores de que se pueden albergar pasiones propias. Llegan estas personas apagadas, más resignadas que decididas, a la deriva más que con un rumbo. Con el transcurso de la terapia van ganando en gustos, van descubriendo qué quieren y qué no quieren, van brillando con luz propia, y dejan de ser el eco de otra voz.
¿Qué tiene esto de malo, os preguntaréis? Por ejemplo, Aurora de 57 años, en el transcurso de la terapia ha descubierto que le encanta bailar. Ahora esta paciente los sábados los quiere para ir a bailar y no para cuidar a su nieto, y los hijos le dicen: ¡tampoco te pases mamá! O por ejemplo Andrés, con la terapia ha conseguido priorizar sus gustos, y ahora pasa más tiempo con su mujer y haciendo deporte, sus padres ahora no pueden contar con él como antes, y le dicen: ¡te estás pasando Andrés, tu mujer te absorbe!
En muchos casos, cuando alguien se compromete con un proceso terapéutico, ve cómo su vida cambia, experimenta que lleva el timón de su vida, y que está más satisfecho con sus elecciones porque lo hace desde la libertad y no desde los prejuicios o el sometimiento. Pero parece que gozar de independencia tiene un coste: dejar descontento a un tercero.

No sólo cambia la vida del paciente, sino que de modo indirecto los familiares y amigos se encuentran con una persona nueva. No están acostumbrados y encima les supone incomodidad porque a ellos les resta beneficios. Los familiares afectados dicen: “tú estás muy raro”, “ese psicólogo te está comiendo la cabeza”, “deja de ir a ese psicólogo que a ti no te hace falta”.
Esto no es ficción. Esto pasa. Es más, algunos “damnificados” -unos de forma más consciente que otros-, recurren al chantaje: “qué pasa, es que ya no quieres a tus nietos”, “es que ya no nos quieres bastante”. “Los damnificados” están muy seguros de lo que es querer, y cómo hay que hacerlo, hablan de derechos y obligaciones.

No se trata de que los pacientes pasen de todo y se desentienda de familiares, amigos o compañeros. Se trata de que se sientan libres de elegir lo que quieren. De que sean capaces de agradar, o de permitir que los demás se queden molestos cuando así tenga que ser.

En la vida hay lugares que no se eligen: el lugar de hijo, el lugar de abuelo… Y lo que cada uno tiene que elegir, es la posición que toma en cada uno de esos lugares. 

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