“Caer está permitido, levantarse es obligatorio”. Esta expresión es un proverbio ruso, y muchos la eligen como frase motivadora para seguir adelante ante las dificultades. Por ejemplo, la dijo Iker Casillas, la temporada pasada tras perder un partido de Copa del Rey.
Se refería a que ya no podían pensar en lo sucedido y que tenían que seguir trabajando para otras metas. Es muy interesante que personajes populares, que cumplen la función de referentes, inciten a continuar y no anclarse en lamentaciones.
La vida pone constantemente a prueba nuestro equilibrio, con acontecimientos de muy diversa índole y significación: muertes, separaciones, problemas de salud, desencuentros familiares y amistosos, caída de ideales, obstáculos para alcanzar metas, suspensos, meteduras de pata, mala suerte. El que no sea buen equilibrista se caerá demasiadas veces, el equilibrista se caerá a veces y salvará mejor la caída.
Caerse forma parte de la vida y por eso está permitido. Pero a veces se tiene la tentación de dejarse caer, caer y caer, en lugar de aferrarse a la vida. ¿Cómo gestiona usted sus caídas? ¿Se levanta, valora las heridas y pide ayuda? ¿Se queda tirado, rendido y sin esperanza? ¿Se levanta y vaga por la vida malogrado? Cuando usted se cae, puede actuar de distintas formas, se pone en juego una decisión, su decisión.
Levantarse no sé si es una obligación, pero desde luego caído se está mal, es incómodo y hasta doloroso. El humano no está hecho para vivir en el suelo, pisoteado, como una colilla; es más propio vivir erguido y caminar mirando al frente. No podemos tener seguridad sobre los hechos que van a acontecer, pero sí podemos tener seguridad en que no nos vamos a fallar y vamos a hacer todo lo posible por levantarnos.
En cualquier caso, tenga en cuenta la advertencia del poeta Almafuerte: “No han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas”.
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