De pronto, aparecen unos pastores y, dirigiéndose a los magos, comentan: ¡Valiente noche tan fría, con la nieve que está cayendo y lo bien que estábamos en casa, jugando con la Nintendo!
No acababan de irse los pastores, cuando aparecen unos ángeles refunfuñando: ¡Vamos, vamos, deprisa! Nos esperan en el portal, nuestro partido de fútbol lo tenemos que aplazar.
Los reyes, asombrados, los vieron de marchar, y a su tarea se pusieron, pues tenían que ir al portal.
Melchor, cogiendo su bicicleta, exclamó: ¡Voy a engrasar los tornillos y a inflarle las ruedas, ¡que esta noche hay que llegar por caminos y veredas!
Y Gaspar, para no ser menos, exclamó: ¡Se me sale la cadena, tengo roto el manillar, echadme una mano amigos, que no la puedo arreglar!
Y faltaba Baltasar por decir su exclamación: ¡Tengo una rueda pinchada, así no puedo seguir. Pero un momento, ha dejado de nevar, ya nos podemos ir!
Melchor contestó: Tenemos que salir ya, porque Jesús nos espera, ¿y cómo podremos ir, de ninguna de las maneras?
De pronto, a lo lejos, vieron una luz. Parece una estrella, dijo Gaspar. Pero viene muy rápido, contestó Baltasar. No es una estrella, dijo Melchor. Si es lo que parece, es un camión.
El camión paró, y de él salió el camionero, el cual les dijo: ¡Vamos, vamos, suban y recojan los paquetes, que antes de que salga el sol, tendrá el niño sus juguetes!
Los reyes, emocionados, subieron al camión. ¡Este año no hay camellos, tenemos camión y para el año que viene, nos pedimos un avión!
Este viaje no lo olvidará ninguno, ¡cómo han cambiado los transportes en el siglo 21!
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